Con motivo de los últimos
acontecimientos políticos de nuestro país (proceso a Garzón, Gürtel, Memoria
Histórica…) y, sobre todo, a partir del radical enfrentamiento entre los dos
partidos mayoritarios, ha vuelto a resurgir el fantasma de las dos Españas.
Para verificar la posible división es necesario conocer las dos Españas que se
enfrentaron en el pasado. Resulta fácil, repasando la historia de los dos últimos
siglos.
En esencia, todo comenzó con la
aparición de la modernidad en Occidente, traída por la Ilustración , que
establece la democracia como régimen político, materializada primero en EE UU
con la Declaración
de Independencia (1776) y después en Francia con su famosa Revolución (1789).
Inglaterra se adelantó un siglo. España intentó incorporarse a los nuevos
tiempos con la Constitución
de 1812, pero se malogró por la acción de Fernando VII. A partir de entonces y
durante el siglo XIX y la primera mitad del XX todos los intentos de
modernización fueron sofocados por absolutistas, los cien mil hijos de San
Luís, carlistas, pronunciamientos y dictaduras militares, etcétera, con el
apoyo en todos los casos de la poderosa Iglesia católica. El último intento en
este periodo vino con la 2ª República de 1931, dramáticamente abortada por la
sangrienta sublevación de los militares golpistas que precipitaron a España en
el más tenebroso periodo de su historia. Finalmente, el país consigue
incorporarse a la ansiada modernidad en la tardía fecha de 1978 con la vigente
Constitución.
Es a partir del análisis de la Historia y del
conocimiento del significado de la Ilustración como podemos discernir entre quiénes
defienden los ideales democráticos y quiénes los combaten. Es decir, hay que
seguir la recomendación de los creadores de la modernidad: ¡Atrévete a saber! ¡Piensa
por ti mismo! Creo que aquí está la clave para resolver nuestro endémico
problema.
Gijón, 24-4-2010
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