Un columnista habitual de este periódico,
que se presenta como religioso, argumenta en su artículo ‘Europa Laica’ contra
la campaña que esta organización está haciendo para que los contribuyentes no
marquen la X a
favor de la Iglesia
católica en su declaración. Está en su derecho al defender su postura contraria
a tal pretensión. Pero es la naturaleza de sus argumentos y la forma de
exponerlos lo que motiva mi réplica, que formulo a modo de protesta. Respecto a
la forma, comienza su escrito diciendo: “Los laicistas de ‘Europa Laica’ (de
todo hay en la Viña
del Señor), presentaron la campaña ‘No marques ninguna casilla’ ”. Esta frase
pone en evidencia el talante excluyente de este señor. Para él los laicistas
son elementos extraños.
Pero lo que más llama la
atención es el contenido de sus argumentos. Dice que si se reclama que el
Estado no financie a organizaciones tales como las Iglesias o las ONGs, tampoco
debe financiar a los partidos políticos o los sindicatos. Es decir, este señor
confunde organizaciones de carácter privado con instituciones públicas, que es
lo mismo que confundir la velocidad con el tocino. Posiblemente esté pensando
en el anterior régimen en el que, efectivamente, el Estado no financiaba ni a
partidos ni a sindicatos libres, porque estaban prohibidos.
Creo que a este religioso le
convendría hacer un curso sobre ‘Educación para la Ciudadanía ’, a fin de
que conozca cómo se organiza la convivencia en una democracia. Aunque,
conociendo la oposición a esta asignatura por parte de la organización
(privada) a la que pertenece, la recomendación resulta inútil.
Gijón, 18-4-2010
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