jueves, 14 de agosto de 2014

Lamentable victoria


Con el ánimo sobrecogido por la información que nos llega diariamente del frente de guerra de Irak, gracias al trabajo heroico y, como se ha visto, dramático de los corresponsales de guerra, hemos llegado al final del acto, al menos del bélico. Bush y sus dos acólitos han logrado su objetivo: acabar con el régimen de Sadam Husein. La venganza del primero se ha cumplido y parece que el segundo propósito, garantizar el suministro de combustible barato para mantener la supremacía de EE UU como primera potencia mundial y, de rebote, asegurar el nivel de consumo y despilfarro del primer mundo frente al segundo y tercero, van por buen camino.
Es la misma historia que se repite desde que tenemos noticias del hombre: grupos de poder usan éste para obtener ventajas y beneficios. Antiguamente se hacía a la brava, sin explicación alguna. Ahora se disfraza con retórica, aunque sea tan burda como la empleada en esta guerra: guerra humanitaria, guerra preventiva, desactivación de armas de destrucción masiva, implantación de la democracia, etcétera.
Pero es posible que haya diferencias notables respecto al pasado. Nunca antes una guerra ha sido seguida en directo y con tanto detalle como ésta, y, por lo tanto, nunca antes los ciudadanos hemos sido testigos del horror, el absurdo y la barbarie de una guerra, de todas las guerras. La muerte de dos periodistas españoles en este frente, los verdaderos héroes, que, por circunstancias especiales resultaron particularmente entrañables (el hijo de Julio Anguita, el político que más digna y enérgicamente luchó por la paz cuando estuvo de coordinador general de IU, y el cámara de Tele-5, el canal de televisión que más imparcialmente informó de esta contienda) aumentan el dramatismo, y, por consiguiente, la condena a esta atrocidad.
Tampoco nunca antes millones de personas salieron a las calles en todo el mundo a protestar como en esta ocasión. La globalización funciona no solamente en la economía, sino también en la solidaridad y la concienciación ciudadana.
Finalmente se ha descorrido un tanto el velo que, con colores democráticos, medio cubre un sistema político-económico, la globalización neoliberal, dejando al descubierto nítidamente, al menos para algunos, el verdadero rostro que oculta: explotación y barbarie.
Espero y deseo que para el bien de nuestro futuro, los españoles hayamos aprendido la dura lección y corrijamos el rumbo. Afortunadamente, lo tenemos fácil. No necesitamos guerras para quitar a los malos gobernantes. Sólo hay que esperar a las próximas elecciones.


                                                                           Gijón, 12-04-2003

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