jueves, 14 de agosto de 2014

El pueblo de EE UU


Hay opiniones, que aparecen en estas mismas páginas, tan disparatadas que, aunque sólo sea por vergüenza ajena, no deberían quedar sin respuesta. Una de ellas es la aparecida el día 20 de abril bajo el título ‘El pueblo de EE UU ante la guerra de Irak’.
Propone esta persona a la sociedad estadounidense como modelo de democracia e insta al resto de occidente a imitarla. Expone a lo largo de su artículo las pruebas que demostrarían tal aserto. Es una pena que por falta de espacio no se pueda responder uno por uno a todos sus argumentos, pues proporcionan una muestra inigualable de uno de los mayores problemas que padecemos en la actualidad: la tergiversación o deformación de la democracia.
Prefiero emplear el corto espacio que este amable periódico me pueda proporcionar para contrarrestar su errado concepto de la democracia con el expresado en las dos frases que copio de un artículo publicado recientemente por Reyes Mate:
“Según Aristóteles, el noble arte de la política (léase democracia), esto es, el arte de resolver los conflictos humanos por medio de la razón y la moral, tiene por origen el hecho de que la sociedad tiene dos partes o partidos: los pobres y los ricos. Y la política consiste en hacer justicia, en hacer frente de común acuerdo al desequilibrio existente”.
“La modernidad vio pronto –para eso viene del Siglo de las Luces- que el problema pendiente de la política (léase democracia) era la permanencia de los dos partidos más viejos de la sociedad: el de los pobres y el de los ricos. Y tuvo el valor de llamar a esa desigualdad injusticia, dando a entender que su existencia no era un hecho natural, ni un designio de los dioses, sino una creación del hombre”.
Como se ve, estos conceptos distan mucho de ser los usados habitualmente en los tiempos que corren. Máximo si estamos hablando de la prepotencia y soberbia de la actual Administración de los Estados Unidos.
Son los partidos políticos los responsables de que se recupere el verdadero sentido de la democracia. Pero eso es otra historia.


                                                                            Gijón, 24-4-2003

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