jueves, 7 de agosto de 2014

Educación para la ciudadanía


He recibido en días pasados la lista con la oferta de actividades que propone la Asociación de Vecinos de mi barrio. Comprende 14 o 15 talleres y todos ellos tienen un carácter lúdico-práctico: bailes de salón, yoga, sevillanas, encaje de bolillos, danza del vientre, parchís, cocina, dibujo, etcétera. No aparece ningún tema cultural, entendido éste como disciplina que permita conocer mejor el mundo en que vivimos.
Es evidente que esta oferta obedece a la demanda de la gente. Es lo que se solicita. Sin embargo, llama la atención que, con la que está cayendo, no haya interés en saber, por ejemplo, qué motivó la crisis que estamos padeciendo, quienes fueron los responsables, qué salidas tiene, etcétera. Máxime, si se tiene en cuenta que el sentimiento más generalizado en la sociedad es el de desconfianza hacia los políticos para resolver el conflicto. Desconfianza posiblemente justificada, pues no parece que éstos vayan a resolver el asunto, al menos con el grado de satisfacción deseado.
La conclusión que se puede sacar de esta realidad es que quizá la asignatura que deberíamos demandar es aquella que provoca rechazo a unos y, a juzgar por lo que se ve, indiferencia a los más. Me refiero a la Educación para la Ciudadanía. Y ello porque un sistema democrático como el nuestro, para que resulte eficaz, exige la implicación de la ciudadanía en los asuntos públicos. Precisamente, la bondad de la democracia es que permite a los ciudadanos tomar parte en los temas que nos interesan a todos. Mal podremos participar, si desconocemos la naturaleza de los problemas que nos afectan, es decir, si no conocemos el mundo en que vivimos.


                                                              Gijón, 23-10-2010

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