Y es que el franquismo está
vivo. Los que lo hemos conocido estamos en condiciones de percibirlo. Nunca
desapareció del todo, pero con la llegada al poder de la derecha con mayoría
absoluta, bajo el pretexto de sacarnos de la crisis económica, la ideología
franquista se materializa en leyes retrógradas que castigan a los más débiles.
La lista de este tipo de medidas resulta prolija; señalo algunas.
Pero donde la resurrección del
franquismo se pone en evidencia sin ningún género de dudas es en el proyecto de
reforma de la Ley
del Aborto que penalizará a un grupo social ya de por sí doblemente castigado
por tratarse de mujeres y pobres. Detrás de esta medida no hay más que
prejuicios religiosos. Esta tropelía debería convertirse en un aldabonazo que
sacase a esta sociedad del letargo en que cayó. Afortunadamente el pueblo, es
decir, nosotros, aún mantenemos la capacidad legal para hacer uso de la
soberanía que nos otorga la democracia e invertir esta peligrosa deriva a la
que nos conducen los actuales gobernantes.
Gijón, 4-1-2014
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