domingo, 10 de agosto de 2014

La revuelta de las caricaturas


Los ciudadanos asistimos atónitos a un nuevo paso en la escalada de desestabilización de la convivencia mundial. Me refiero a las violentas y multitudinarias manifestaciones que se producen en el mundo islámico como reacción a unas publicaciones consideradas por aquél como provocadoras.
El hecho ha generado una riada de opiniones de todo tipo, muchas de ellas tan disparatadas como intencionadas. Sin embargo, el análisis del acontecimiento no parece ofrecer dudas. Que las civilizaciones y culturas occidentales y musulmanas son diferentes es algo obvio. Que los pueblos somos lo que somos en función de nuestra historia es otra obviedad, y no hace falta insistir en las diferencias entre las historias de ambos mundos. Esta diferencia se puede simplificar diciendo que el mundo del Islam está regido por dogmas religiosos, lo que trae consigo una concepción de la vida que lleva a diferenciar entre ‘buenos’ y ‘malos’. Los occidentales, alcanzada ya la edad de la razón, entendemos que son las diversas circunstancias las que condicionan los comportamientos humanos. Consecuencia de todo ello es que a los islamistas no les queda otra salida que la ‘guerra santa’ para cambiar la realidad, mientras que los occidentales contamos con la política.
Vistas así las cosas, resulta evidente el tremendo error cometido por determinados países (EE UU, Gran Bretaña, la España de Aznar...) que han impuesto la guerra preventiva con resultados tan desastrosos como la invasión de Irak, basándose precisamente en el mismo concepto de ‘buenos’ (nosotros) y ‘malos’ (ellos, el ‘eje del mal’). Resulta evidente también que esta fatídica guerra supuso un paso más en el enfrentamiento entre ambos mundos.


                                          Gijón, 13-2-2006

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