miércoles, 13 de agosto de 2014

La reforma de la enseñanza


Hay que ser bastante escéptico acerca de la capacidad de los políticos para corregir los graves errores que evidencian las dos leyes de educación, LOCE  y LOGSE. Por eso creo que los ciudadanos deberíamos intentar influir, en la medida de lo posible, para que se hagan las reformas apropiadas.
A este respecto, me parece acertadísima la exposición que en un artículo de opinión, publicado en este diario con fecha 23 de mayo, “Educación: la solución y el problema”, hace José Luis Magro. Las críticas que plantea se refieren sólo a la LOGSE, pero creo que dan todas en la diana:
1) El error que supone el sistema de evaluación empleado que se basa en criterios subjetivos, imposibles de cuantificar científicamente. 2) La conversión de profesores en profesionales pluriempleados con oficios propios de psicólogos, sociólogos, animadores, prestidigitadores, etcétera; todo menos profesores. 3) La convivencia en los centros se establece según criterios protectores y no correctores, lo que origina un ambiente de caos e indisciplina que da la iniciativa a minorías de alumnos sin interés por el estudio en detrimento de los sí interesados. 4) La contradicción entre los fines perseguidos y los medios para conseguirlos. El objetivo de formar ciudadanos con capacidad de discernir y ordenar críticamente la información y los conocimientos sólo se puede lograr mediante hábitos de esfuerzo, trabajo y constancia que no se fomentan en la LOGSE. 5) El exceso de asignaturas que se pretende aprendan los alumnos de la ESO (11 por curso) es contraproducente, pues según palabras del autor citado, “los hábitos intelectuales, las estructuras lógico matemáticas y lingüísticas requieren más horas, más dedicación y más estudio”.


                                                    Gijón, 27-5-2004

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