miércoles, 13 de agosto de 2014

La boda


La boda de los príncipes fue, como no podía ser menos, todo un acontecimiento nacional. Es por ello que han corrido ríos de tinta comentando la efemérides. La mayoría discurrió por los cauces del cotilleo, como tampoco podía ser menos, (las llamadas revistas del corazón están a rebosar), siendo menor el número de los que la analizaron con alguna seriedad. De estos, sólo unos pocos se manifiestan críticos con la boda. Entre ellos está mi carta.
Son muchos los que consideran que este enlace favorece a la monarquía española y ello es bueno porque proporciona, dicen, estabilidad al sistema. El argumento es válido, si se contempla la estabilidad como opuesto al caos y al desorden. Pero el término tiene más lecturas. Una de ellas es la que identifica estabilidad con inmovilismo (es lo que caracterizó, por ejemplo, al régimen franquista). Si bien es verdad que son muchos los que están satisfechos con el actual sistema neoliberal (conformes, por tanto, con la teoría del final de la historia que postula dicha ideología), existe un número creciente de ciudadanos insatisfechos que creemos que es inadmisible que unos pocos acaparen la riqueza del mundo, mientras la mayoría queda excluida.
Desde esta perspectiva la monarquía es una institución a sustituir por un sistema más progresista que facilite el cambio. Me refiero a la República. Si bien, no es éste el momento preciso (se necesita antes cambiar la mentalidad de la gente), sí es un objetivo a tener en cuenta a medio o largo plazo por la izquierda.

                                                  Gijón, 30-5-2004

No hay comentarios:

Publicar un comentario