Si usted, amable lector,
esperaba que los políticos, cansados de tirarse los trastos unos a otros, se
ocupasen de una vez de nuestros problemas cotidianos (paro, precariedad
laboral, exclusión social, vivienda, sanidad, inmigración, etcétera), o si, en
un momento de transitoria euforia, soñó que, al fin, los antedichos hubiesen
caído en la cuenta de que en una democracia los protagonistas de la vida
pública somos los ciudadanos y, consecuentemente, aplicasen políticas tendentes
a facilitar nuestra participación, tales como formación e información eficaces,
diálogo, debates, etcétera, pues pierda la esperanza. Ahora toca hablar de los
nacionalismos históricos y el tema parece ir para largo.
¿Es Asturias una nacionalidad
histórica? He aquí el tremendo y trascendental dilema ante el que nuestros
políticos ya se posicionan. Pero esta vez, en un alarde de malabarismo, se
superan a sí mismos y hacen el más difícil todavía. Mientras el PP, partido
como se sabe conservador y de derechas, reclama para Asturias la categoría de
nacionalidad histórica basándose en argumentos tales como la “solidaridad e
igualdad de territorios” y “no queremos términos discriminatorios” (palabras
textuales de sus líderes), IU, coalición que pasa por ser de izquierdas (la izquierda
de la izquierda), hace lo propio pero en base a aquello que decíamos en otros
tiempos (en tono jocoso, por supuesto): “Asturias es España y lo demás tierra
conquistada”.
¿Entienden ustedes algo?
Gijón, 14-8-2004
No hay comentarios:
Publicar un comentario