martes, 12 de agosto de 2014

La política de la confusión


Si usted, amable lector, esperaba que los políticos, cansados de tirarse los trastos unos a otros, se ocupasen de una vez de nuestros problemas cotidianos (paro, precariedad laboral, exclusión social, vivienda, sanidad, inmigración, etcétera), o si, en un momento de transitoria euforia, soñó que, al fin, los antedichos hubiesen caído en la cuenta de que en una democracia los protagonistas de la vida pública somos los ciudadanos y, consecuentemente, aplicasen políticas tendentes a facilitar nuestra participación, tales como formación e información eficaces, diálogo, debates, etcétera, pues pierda la esperanza. Ahora toca hablar de los nacionalismos históricos y el tema parece ir para largo.
¿Es Asturias una nacionalidad histórica? He aquí el tremendo y trascendental dilema ante el que nuestros políticos ya se posicionan. Pero esta vez, en un alarde de malabarismo, se superan a sí mismos y hacen el más difícil todavía. Mientras el PP, partido como se sabe conservador y de derechas, reclama para Asturias la categoría de nacionalidad histórica basándose en argumentos tales como la “solidaridad e igualdad de territorios” y “no queremos términos discriminatorios” (palabras textuales de sus líderes), IU, coalición que pasa por ser de izquierdas (la izquierda de la izquierda), hace lo propio pero en base a aquello que decíamos en otros tiempos (en tono jocoso, por supuesto): “Asturias es España y lo demás tierra conquistada”.
¿Entienden ustedes algo?


                                                                    Gijón, 14-8-2004

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