lunes, 4 de agosto de 2014

La polémica sobre la monarquía


Parece que a los españoles nos gusta meternos en todos los charcos. Bastó el anuncio de la abdicación del rey Juan Carlos I para resucitar la vieja polémica entre monarquía o república. En mi opinión, hay dos razones de peso que demuestran el error de tal debate (aparte de los efectos negativos que produce la propia crispación): en la actual circunstancia histórica resulta más bien baladí. En este sentido, no hay ningún paralelismo con el momento histórico que se daba en el año 1931, cuando se estableció la II República, ya que lo que se jugaba entonces era la elección entre un régimen semidictatorial, representado por Alfonso XIII y otro democrático, representado por la República. Ahora no se da esa circunstancia. El otro argumento que desaconseja la polémica es que distrae de los verdaderos problemas del país, para provecho de los realmente beneficiarios de la actual situación: los que detentan el poder económico y los políticos que les sirven.
El verdadero reto al que nos enfrentamos es la democratización de los partidos políticos que, al representar deficientemente a los ciudadanos, hace que la democracia quede prácticamente invalidada. Y ello pasa por elevar la cultura y los valores democráticos. La naturaleza del problema queda bien recogida en la siguiente frase de un ciudadano que hago mía: “El que siembra vientos recoge tempestades. La tempestad que ahora nos asola es la consecuencia de 30 años de vientos de desprecio a la educación y a la cultura, del ensalzamiento del pelotazo y el enriquecimiento fácil, de la ausencia de una pedagogía que refuerce los valores democráticos.” Como se puede apreciar, nada que ver con la jefatura del Estado.


                                                      Gijón, 13-6-2014 

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