El uso del antiguo teatro Arango
de Gijón para fines distintos a los culturales ha desatado una nueva polémica
en nuestra ciudad. Pero, yo creo que se trata, una vez más, de un debate
estéril que no conduce a ninguna parte, porque el planteamiento del problema
cultural se hace de forma equivocada. En mi opinión, la pregunta que habría que
hacer es: ¿el modelo de cultura que se está impartiendo desde el Ayuntamiento
es el adecuado?
Si analizamos, por ejemplo, la
propuesta cultural que ha venido haciendo durante décadas la Universidad Popular
nos encontramos con una gran variedad de materias, pero el contenido de las
mismas va desde cocina, encuadernación, marroquería, maquetismo..., hasta
dibujo, pintura, fotografía, teatro..., pasando por bable, gaita, guitarra,
árboles y arbustos de Asturias, fósiles y minerales, etcétera, así hasta más de
150 ofertas. Vemos que este tipo de cultura busca más bien entretener, ocupar
los ratos de ocio de los gijoneses.
Sin embargo, la cultura popular
debe proporcionar a los ciudadanos conocimientos que les permitan analizar y
comprender la realidad en la que vivimos y desarrollar su capacidad de crítica,
condición imprescindible para facilitar su implicación en la vida pública.
Citaré, a modo de referencia de
la verdadera cultura (lo otro es un sucedáneo), un libro, “Principios
elementales de filosofía” (Ediciones Inca), en donde se recoge la enseñanza que
Georges Politzer (héroe francés de la resistencia antifascista) impartía en la
década de los años 30 del siglo pasado en la Universidad Obrera
de París. En este libro se explican de manera magistral temas como la
diferencia entre la filosofía idealista y la materialista, o métodos racionales
y científicos para analizar la realidad como son el ‘materialismo dialéctico’ o
el ‘materialismo histórico’.
Gijón, 8-9-2004
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