Uno está harto de tantos
argumentos vanos y de la falta de rigor con que se abordan los problemas de la
cosa pública. Un asunto que se lleva la palma de lo que digo es el tema de las
identidades nacionalistas. Surgen por doquier conversos a la nueva religión
que, cual apóstoles, pretenden encarrilarnos, por las buenas o por las malas,
en la vía identitaria. Aquel que ose oponer la más mínima objeción es tildado
de enajenado y poco menos que arrojado a las fieras.
Pongo como muestra de ello la
carta publicada en esta sección “A Gustavo Bueno”. Su oposición a la
implantación de la oficialidad del bable le vale el calificativo de ignorante
del tema (¿podía ser de otra manera?) y que sus argumentos no se apoyan en
datos científicos y objetivos. Y eso lo afirma un señor que dice sentirse
preocupado por el complejo de inferioridad que, al parecer, padecemos los
asturianos por considerar este dialecto como una degeneración o deformación del
castellano ¿Viviré yo en otra galaxia?
El señor Bueno no es, tal como
se quiere hacer ver, el único intelectual opuesto a esta dichosa moda. Cito un grupo de ellos a modo
de muestra: Savater, Félix de Azúa, Ovejero Lucas, Vidal-Beneyto, Julián
Marías, Pérez Reverte, Pablo Fusi, y un largo etcétera. ¿Leen nuestros
bablistas a esos intelectuales?
¿Qué decir de IU, alineada codo
con codo con el PAS (cuyo líder afirma que la dialéctica derecha/izquierda ha
sido superada históricamente por la dinámica de los nacionalismos), y con URAS
(una escisión del PP)? ¿Cabe mayor incongruencia? ¿Nos extrañamos porque la
cultura de la izquierda haya sido barrida?
Termino aclarando al autor de la
citada carta que, desgraciadamente, el nivel de la Política en nuestra
región está no sólo por debajo de la Filosofía , sino de todos los demás
estamentos.
Gijón, 13-06-2004
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