Causa asombro y consternación
ver cómo, desde diversos sectores de la sociedad, se manipula cínicamente la
realidad para adaptarla a los intereses particulares. Una muestra palpable de
esta tergiversación la dio el señor Jaime Laspalas en un artículo suyo
publicado por este periódico (17-12-04), que ya en su título, ‘¿Laicismo o
libertad?’ ofrecía un adelanto de lo que iba a encontrar el lector.
Y es que para este señor la
ciencia hay que asociarla a las religiones y el dogma al laicismo. Fue la
iglesia católica la tradicional defensora de los principios democráticos y las
libertades y no los socialistas que los combatieron.
Considera que la libertad de
expresión no es sólo publicar panfletos como el suyo en los medios, sino introducir
a las confesiones religiosas de toda índole en las escuelas a adoctrinar a los
alumnos (¿extensible a las demás ideologías políticas?).
Para este señor resulta evidente
que el Gobierno manipula la ciencia desde su particular perspectiva ideológica,
por lo que han de ser los agentes sociales, como la Iglesia católica, los que,
desde la garantía de la neutralidad, determinen qué es ciencia y qué no.
Finalmente, propone este doctor
en pedagogía reducir la intervención del Estado en la regulación de la instrucción
pública por entender que atenta contra la verdadera igualdad, que sólo se da,
según él, en la sociedad en estado natural, de tal manera que cualquier
ciudadano tendría las mismas oportunidades para establecer un modelo educativo
que las que tienen las poderosas instituciones de carácter privado, como la Iglesia , sin ir más lejos.
Gijón, 18-12-2004
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