martes, 12 de agosto de 2014

Balance fin de año


Estas fechas, en que por tradición (mantenida más por intereses económicos que por otra cosa) solemos ponernos tiernos y sentimentales, son tan buenas como otras cualquiera para hacer un balance de lo queremos hacer de nuestras vidas, y, al estar éstas últimas íntimamente vinculadas al acontecer histórico y político, es en torno a estos dos parámetros donde tenemos que situar las reflexiones.
Analizar el pasado para comprender nuestro presente se hace imprescindible, si queremos proyectar un mundo mejor y más justo. Esto supone adquirir o reforzar el compromiso personal y colectivo con la cultura. Una cultura que está muy poco valorada, y yo diría que hasta denostada por nuestra sociedad, pero que se hace imprescindible para conocer y entender la realidad, que, por otra parte, está siendo manipulada hoy día desde múltiples frentes.
Sólo desde el criterio propio y la opinión bien formada podremos asumir el segundo compromiso al que nos obliga la democracia: el compromiso con la política, porque es a través de ésta como podremos transformar la realidad.
Son muchos los hechos que prueban que la política está en las peores manos. La penosa exhibición dada por nuestros políticos en la Comisión de Investigación del 11-M puso en evidencia hasta qué punto personas que deberían representar la pueblo están ajenas a él. Bastó la dramática intervención de doña Pilar Manjón, víctima del atentado, para constatar el abismo que separa a los políticos de los ciudadanos.
Y, sin embargo, es obligado insistir que la única manera que tenemos de hacer realidad nuestro deseo de lograr un mundo mejor, más justo y, por tanto, pacífico, es profundizando y desarrollando la democracia. Y los partidos políticos constituyen una pieza fundamental de ella.


                                                      Gijón, 26-12-2004 

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