miércoles, 13 de agosto de 2014

La izquierda plural


Es una expresión de moda, igual que la izquierda progresista. La izquierda plural suena bien, es otra forma de llamar a la izquierda dividida, fragmentada, atomizada, cuando no enfrentada. Estas últimas expresiones se ajustan más a la realidad, la definen mejor, pero, en los tiempos que corren, la realidad hay que enmascararla; se trata de ocultar lo feo, lo sórdido no interesa que aparezca porque molesta a nuestras conciencias pequeño-burguesas y, claro está, tampoco vende, que al final es de lo que se trata. Ejemplos clamorosos de esta descarada tergiversación de las palabras abundan: efectos colaterales, fuego amigo, acción humanitaria (léase aquí destrucción a bombazo limpio), etcétera. Son estas expresiones patrimonio de la derecha, pero se ve que en esto de pasar por el aro de la moda somos todos iguales.
Sin embargo, la división de la izquierda siempre fue una cruz que ésta tuvo que llevar a lo largo de la historia. La diferencia está en que antes se veía como tal, un mal a superar, y ahora se ve como una virtud.
La división de la izquierda es lo peor que le puede pasar. Si la derecha, en forma de neoliberalismo (es decir, en su versión más extremista) triunfa en el mundo es porque ha impuesto su ideología, sus valores, su forma de entender la vida. Tiene para ello poderosísimos medios de divulgación incluyendo la Iglesia Católica (relean el reciente artículo de Juan José Tamayo publicado en estas mismas páginas). Si queremos cambiar esta realidad es imprescindible cambiar previamente dicha ideología, es decir, la lucha hay que plantearla en el campo de la cultura, de las ideas, y aquélla no se puede dar si no hay una propuesta ideológica alternativa, clara, a lo existente.


                                                               Gijón, 10-01-2004

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