miércoles, 13 de agosto de 2014

Inhibición política


Coincido con la opinión de un lector de este diario que, en días pasados, exponía su preocupación por lo que consideraba un grave problema: la pasividad o inhibición de los jóvenes ante las cuestiones sociales. Yo diría que no sólo los jóvenes (aunque en ese colectivo se hace más evidente), sino que es la sociedad en general la que vive ajena a la política. Precisamente, creo que ése es el gran fallo de las democracias actuales, lo que explica el desencanto y desconcierto generales. Y es que, en mi opinión (y en la de muchos analistas), a la democracia se la ha vaciado de contenido como consecuencia de haber desprovisto a los ciudadanos de su condición de tales, es decir, con opinión, criterio y capacidad para ser los verdaderos protagonistas de la vida pública. Así, en el trabajo somos mercancía; en la sociedad-mercado, consumidores; en la política, votantes; en las organizaciones políticas y sindicales, súbditos; en el ocio, espectadores pasivos de tele-basura y fútbol, etcétera.
Me parece lamentable que en estos días de análisis y recapitulación con motivo del 25 aniversario de la Constitución, nuestros políticos no hayan reparado en esta realidad y sigan enzarzados en batallas estériles que no conducen a ninguna parte (ahora tocan los nacionalismos).
Mientras tanto, en la globalización neoliberal los verdaderos detentadores del poder, las multinacionales, siguen imponiendo sus leyes. Vean, si no, la penúltima: el cierre de la planta barcelonesa de la empresa Samsung para llevarla al Este, donde los salarios son más bajos, dejando a casi 500 trabajadores en la calle.


                                                          Gijón, 16-1-2004 

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