jueves, 21 de agosto de 2014

La invasión de los bárbaros del norte


         Siguiendo Las pautas señaladas en las Unidades Didácticas, encuadre cronológicamente el siguiente mapa y comente la situación de Europa Occidental en ese momento.
  

            El mapa en cuestión muestra la situación política de Europa alrededor del primer tercio del siglo VI (pongamos el año 526 en que murió el rey de los ostrogodos, Teodorico). Corresponde a uno de los periodos más convulsos de la historia del continente, aquél en el que se produce la invasión de los llamados Bárbaros del Norte en el territorio del único mundo conocido hasta entonces y que estaba bajo el dominio del Imperio Romano.
Podemos considerar como acontecimiento emblemático para situar el inicio de esta primera oleada invasora (la segunda se produce durante los siglos IX y X, a cargo de los vikingos, los sarracenos y los húngaros) la batalla de Adrianópolis, en Tracia, ocurrida el 9 de agosto de 378. La victoria de los visigodos sobre las legiones romanas, dirigidas por el emperador oriental Valente, que pereció en el combate, supuso una brecha que habría de ser decisiva para el desmoronamiento de la barrera natural de contención que, durante siglos, habían supuesto los ríos Rin y Danubio.
Pueblos enteros habían estado esperando la oportunidad de cruzar al otro lado de las ‘limes’ romanas para ocupar las tierras fértiles que les permitirían cambiar sus vidas, hasta entonces nómadas, propias del pastoreo y la caza, por sistemas de producción más cómodos, basados en la agricultura sedentaria y la ganadería vacuna.
A partir de la fecha indicada, el proceso resultó imparable y durante los dos siglos siguientes, V y VI, diferentes grupos tribales, la mayoría de los cuales con un origen común -la raza germánica-, penetran hasta los últimos confines del Imperio de Occidente (el de Oriente aguantaría 1000 años más). De esa manera avanzan, unas veces de forma pacífica, otras arrasando todo lo que encuentran a su paso, los distintos pueblos: burgundios, suevos, vándalos, visigodos, ostrogodos, hunos, francos, anglos, sajones, lombardos, etcétera, dando origen a lo que, con el tiempo, serían nuevas naciones, algunas de las cuales pervivieron hasta convertirse en los actuales estados modernos.
Esta imponente invasión fue posible por el estado de crisis permanente y creciente debilitamiento en que había caído el Imperio desde el siglo III. Decadencia en la que confluyeron causas internas: institucionales, religiosas y económicas, y causas externas: la continua presión de los pueblos bárbaros en las fronteras del norte. Permanentes guerras civiles; crisis económicas que precipitan en la pobreza a las capas medias de comerciantes, pequeños propietarios y artesanos; revueltas campesinas contra grandes propietarios y contra el propio Estado romano; crisis de valores y pérdida de referentes religiosos paganos (lo que es aprovechado por la emergente religión cristiana) se combinan para precipitar en la ruina al otrora poderoso Imperio romano.
Volviendo al mapa de referencia, comentar que en poco tiempo habría de cambiar. Los reinos de los vándalos y los ostrogodos desaparecerán absorbidos por el Imperio bizantino, eficientemente dirigido por Justiniano; también el reino de los burgundios pasará a formar parte del reino franco bajo la poderosa dinastía merovingia; y los suevos desaparecerán a manos de los visigodos y, a su vez, estos serán barridos por los árabes unos siglos más tarde –el VIII, concretamente-, los cuales irrumpirán, impulsados por la nueva fe, en gran parte de lo que en un tiempo fue uno de los mayores imperios de la historia: el Imperio Romano.
A la vista del mapa, podemos comentar brevemente los rasgos que en ese momento caracterizan a cada uno de los reinos bárbaros que aparecen en él.
Comencemos por los ostrogodos. A partir de los Balcanes, donde en un momento dado de su periplo migratorio se habían establecido, penetran en la península italiana y se enfrentan a lo que era el último vestigio del Imperio Romano de Occidente, a cuyo frente estaba Odoacro. Derrotado éste en el año 493, comienza bajo el reinado de Teodorico un periodo excepcional de paz y prosperidad. Este rey, sin duda el más ilustrado de los monarcas bárbaros de la época, comprendió la superioridad de la civilización romana respecto a la de los pueblos bárbaros, lo que le llevó a organizar su reino sobre las bases de dicha civilización. Contó con las mentes más preclaras de su tiempo: Boecio, considerado la última lumbrera de la antigüedad y Casiodoro. Intentó crear una especie de confederación de reinos bárbaros para lo que emprendió una política de casamientos entre familias reales (él mismo casó con una hermana del rey franco Clodoveo). Estableció su corte en Rávena, ciudad a la que engrandeció y embelleció con magníficos edificios y monumentos. A su muerte en el año 526, tras 36 años de reinado, sus sucesores no supieron mantener su legado y su nieto Alarico murió sin descendencia, por lo que el reino ostrogodo quedó a merced del emperador de Bizancio, Justiniano.
Los francos, que provenían de las tierras situadas en el Rin inferior, se fueron extendiendo por la Galia  desde el siglo IV. Comienzan a ser conocidos cuando Clodoveo asciende al trono en el año 481 e inaugura la dinastía merovingia, antecesora de otra más gloriosa, la carolingia. Clodoveo acertó a engrandecer el reino franco a costa de los pueblos que lo rodeaban: burgundios, alamanes, visigodos, etcétera. Especial relevancia tuvo su conversión al catolicismo, por cuanto convirtió a los francos en el primer pueblo bárbaro católico de Occidente y en el brazo armado de la Iglesia contra los paganos y arrianos. Los francos supieron combinar sus ancestrales costumbres con elementos del Imperio Romano lo que ayudó a ser el más duradero Estado del Occidente bárbaro.
Fueron los visigodos los vencedores de la trascendental batalla de Adrianópolis en Tracia. A partir de entonces emprenden un periplo migratorio que les lleva a Italia donde en el año 410 saquean Roma. Ataulfo conduce a su pueblo a la Galia, donde se establece en torno a Toulouse y Burdeos. Con Eurico los visigodos alcanzan la mayor extensión al incorporar la península ibérica, pero, durante el reinado de su hijo, Alarico II, fueron derrotados por los francos en la batalla de Vouillé en el 507, lo que les obligó a confinarse en sus posesiones de Hispania, donde se mantuvieron hasta la llegada de los musulmanes en el 711.
Los vándalos provienen de la orilla del Báltico. Empujados por los hunos, avanzan hacia el oeste, cruzan la Galia y se establecen en Hispania, donde entran en contacto con el mar, convirtiéndose en feroces piratas. En el año 429 dan el salto a África y en menos de un año se apoderan de lo que hasta entonces había sido el principal granero de Roma. Con Genserico al frente, toman Córcega, Sicilia y Cerdeña y saquean a la misma Roma en el 455. Fue uno de los pueblos más salvajes y por donde pasó dejó un rastro de desolación y muerte. Su obra fue efímera y sucumbieron bajo los ataques del emperador Justiniano.
Los anglos y los sajones eran unos pueblos que, junto a los frisones y los jutos, ocupaban inicialmente la zona costera comprendida entre Jutlandia y el Rin. Iniciaron su expansión hacia Bretaña, emulando, sin duda, las expediciones marítimas, poco conocidas por otra parte, de los hérulos. Tal como ocurrió con otros pueblos, los primeros sajones que se establecieron en Britania fueron mercenarios en la legiones romanas. La conquista de la isla debió producirse a mediados del siglo V. Sin estar políticamente organizados, ocupaban las tierras arables avanzando a través de los valles. Hay que esperar a finales del siglo VI para encontrar una multiplicidad de reinos, hasta doce, que, no obstante ser independientes y de diferente rango, tienen instituciones políticas similares. Siete de ellos formaron la denominada “heptarquía” anglosajona: tres estados de fundación sajona, tres creados por los anglos y uno de los jutos.
La invasión lombarda fue la última y posiblemente más devastadora de las invasiones germánicas. Provenientes de las orillas del Elba, se desplazaron hacia el sur, instalándose en lo que hoy es Austria. Alcanzan su mayor apogeo durante el reinado de Waco. Aprovechan la destrucción del Estado ostrogodo por Justiniano para conquistar Italia. Ocupan la llanura del Poo y toman Milán. No estaban políticamente organizados y el poder era ejercido por jefes de bandas. Vivían del botín, por lo que sumieron a Italia en la anarquía. En el siglo VIII Carlomagno conquistó el reino de Lombardía y lo incorporó a su Imperio.
Mención especial merecen los hunos por sus características en cierto modo diferentes al resto de pueblos bárbaros. Originarios de Asia, se caracterizan por su extrema ferocidad. Sus correrías, primero por el oriente imperial y luego por el occidente desestabilizan al resto de los pueblos bárbaros, condicionando en cierta medida sus desplazamientos. Atila es el mítico dirigente huno que desoló las tierras por donde pasó, hasta su muerte en Italia en el año 453, a partir de la cual los hunos supervivientes desaparecieron en la historia.

(Para hacer este trabajo, además de los libros recomendados, he usado la obra ‘Historia universal de la cultura’ de Ferrandiz Torres).

                                                         Curso: 1º de filosofía de grado

                                                          Uned. Gijón

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