domingo, 10 de agosto de 2014

La crisis de la política


Como es sabido, en el mundo occidental confiamos principalmente a la política la solución de los problemas. Pero, ocurre que la política está sumida en una crisis que se manifiesta de dos maneras: una que afecta a los partidos y otra a la sociedad misma. Dos artículos, uno de Daniel Innerarity, ‘La posibilidad de entenderse’ y otro de Rafael Argullol, ‘El fascismo de la posesión inmediata’ abordan respectivamente ambas realidades.
En el primer artículo, su autor comenta que los políticos cuando debaten no dialogan entre sí, sino que hablan para sus electores. No tienen, por tanto, intención de conocer la naturaleza de los problemas para así resolverlos, sino ganar votos. “El antagonismo ritualizado, elemental y previsible”, dice el autor, “convierte a la política en un combate en el que no se trata de discutir asuntos más o menos objetivos, sino de escenificar unas diferencias necesarias para mantenerse o conquistar el poder”.
En el segundo, Argullol analiza la sociedad actual y sostiene que el fascismo de antaño, bien conocido e identificado, ha evolucionado y permanece en la actualidad, si bien de forma sutil pero extendida. Se trata de lo que autor denomina ‘el fascismo de la posesión inmediata’. “Su doctrina”, dice, “es tácita, silenciosa, abrumadora: queremos esto y aquello y lo queremos inmediatamente, pues es el botín de guerra que la vida nos ha otorgado”. El capitalismo asume y promueve el modelo con su continua exaltación y exhibicionismo de la codicia y cuenta con la publicidad para expandirse. El nexo vínculo entre el fascismo clásico y el actual está en que aquél justificaba la rapacidad en sus ideas y éste también lo encuentra todo justificado si el premio es el disfrute sin dilaciones del objeto o sujeto que se ha prometido.


                                                Gijón, 21-3-2006

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