Como es sabido, en el mundo
occidental confiamos principalmente a la política la solución de los problemas.
Pero, ocurre que la política está sumida en una crisis que se manifiesta de dos
maneras: una que afecta a los partidos y otra a la sociedad misma. Dos
artículos, uno de Daniel Innerarity, ‘La posibilidad de entenderse’ y otro de
Rafael Argullol, ‘El fascismo de la posesión inmediata’ abordan respectivamente
ambas realidades.
En el primer artículo, su autor
comenta que los políticos cuando debaten no dialogan entre sí, sino que hablan
para sus electores. No tienen, por tanto, intención de conocer la naturaleza de
los problemas para así resolverlos, sino ganar votos. “El antagonismo
ritualizado, elemental y previsible”, dice el autor, “convierte a la política
en un combate en el que no se trata de discutir asuntos más o menos objetivos,
sino de escenificar unas diferencias necesarias para mantenerse o conquistar el
poder”.
En el segundo, Argullol analiza
la sociedad actual y sostiene que el fascismo de antaño, bien conocido e
identificado, ha evolucionado y permanece en la actualidad, si bien de forma
sutil pero extendida. Se trata de lo que autor denomina ‘el fascismo de la
posesión inmediata’. “Su doctrina”, dice, “es tácita, silenciosa, abrumadora:
queremos esto y aquello y lo queremos inmediatamente, pues es el botín de
guerra que la vida nos ha otorgado”. El capitalismo asume y promueve el modelo
con su continua exaltación y exhibicionismo de la codicia y cuenta con la
publicidad para expandirse. El nexo vínculo entre el fascismo clásico y el
actual está en que aquél justificaba la rapacidad en sus ideas y éste también
lo encuentra todo justificado si el premio es el disfrute sin dilaciones del
objeto o sujeto que se ha prometido.
Gijón, 21-3-2006
No hay comentarios:
Publicar un comentario