No soy creyente por lo que no
voy a misa, pero últimamente me están llegando los ecos de las prédicas que hacen
los sacerdotes en sus homilías a través de los medios (esta página sobre todo). Tal es lo que
sucede en la carta “El sostenimiento de la Iglesia católica”, en la que su autor expone una
visión que la Iglesia
oficial está dando de la sociedad y del mundo en general. Una manera de
concebir la vida que difiere de los valores y conceptos en los que se
fundamenta la democracia, sistema en el que pretendemos vivir.
En dicha carta el autor compara
las subvenciones que los contribuyentes hacen a la Iglesia católica con las
mismas destinadas a los partidos políticos y otras instituciones del Estado.
Hay que recordarle que estamos en una democracia y no en una teocracia, por lo
que no se pueden comparar ambas cosas.
Habla de la ayuda que aporta la Iglesia a los más
necesitados a través de organizaciones como Cáritas u otras ONG. No cabe duda
de que eso es así, pero hay que recordarle, también, que la democracia tiene
como uno de sus objetivos principales garantizar los derechos de todos
(principalmente de los excluidos), por lo que es el Estado quien debe resolver
esos problemas con criterios de justicia y no de caridad. El que hoy día no sea
así demuestra que hay que desarrollar más la democracia para hacer innecesaria
la acción benéfica de la
Iglesia y demás ONG.
Finalmente, hay que recordar una
vez más que la ideología que está transmitiendo la Iglesia oficial católica
está, en muchos aspectos, en contradicción con los fundamentos de la
democracia. (Hoy, como ayer, la religión sigue siendo el opio del pueblo).
Gijón, 9-11-2004
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