¡Qué fácil es hacer juegos
malabares con las palabras y adaptar la historia a la conveniencia de uno! Eso
es lo que hace el señor Sixto en su carta “Jueces muy religiosos”, en la que
defiende el nombramiento del nuevo presidente del Consejo General del Poder
Judicial (CGPJ), señor Dívar, ante los recelos provocados por ser un ‘juez muy
religioso´.
Su primer argumento en el
sentido de que “por el hecho de ser religioso no lo inhabilita para el
ejercicio de su función si da a Dios lo que es de Dios en el ámbito privado y
al César lo que es del César en la aplicación de las leyes” es correcto. Pero
lo que sigue después no es más que una serie de desatinos.
Así, dice textualmente: “Las
leyes son del César, pero el creyente no puede admitir sin más el positivismo
jurídico en las leyes del César, del zar, del sha…, pasando por el kaiser,
Hitler, hasta los actuales césares, disfrazados de apariencia democrática. Ello
exige el valor de asumir las consecuencias”
El César que ha nombrado a
Carlos Dívar presidente del CGPJ es un sistema democrático cuyas reglas deberán
ser acatadas por el citado juez, especialmente la que establece que en política
las únicas leyes válidas son las que aprueba el Parlamento en representación
del pueblo y no las leyes de Dios. Si el señor Dívar hace lo que insinúa su
defensor habría que destituirlo inmediatamente por prevaricador.
La carta del señor Sixto
confirma los temores que el nombramiento del mencionado juez ha suscitado.
P. D. El enfrentamiento de Tomás
Moro al rey Enrique VIII que costó la vida al primero es la excepción que
confirma la regla de la servidumbre secular de la Iglesia católica a los
poderes establecidos.
Gijón, 19-10-2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario