jueves, 14 de agosto de 2014

Intelectuales y fútbol


          El pasado domingo, día 14, el periódico de nuestra ciudad, Gijón, publicaba en primera plana el siguiente titular: “Los intelectuales vuelven a los estadios”. Cuando lo leí, pensé que se refería a entrenadores o jugadores que se caracterizaban por su inteligencia y que, por alguna razón, asumían el protagonismo balompédico, pero, cuando leo el comentario que sigue, observo que se refería a los intelectuales sin más, pues decía: “Los intelectuales españoles ya admiten sin ningún tipo de reparos que el fútbol les apasiona. Antes lo detestaban públicamente porque ´adormecía´ la conciencia del pueblo. Ahora, en cambio, acuden a los grandes partidos y alardean de las hazañas de sus respectivos equipos”.
           Creo que esta noticia merece, cuanto menos, algún comentario. Primero, el interés del periódico en propagar este, llamémosle acontecimiento social, un domingo, en lugar bien destacado para conseguir mayor difusión. Se trata de extender la idea de que ya los tiempos han cambiado, ya no hay motivos para la crítica (eso era cosa de antes), que vivimos en el mejor de los mundos y que de lo que se trata es de vivir disfrutando de lo que nos ofrece la vida, sin ninguna inhibición moral. “Consumo y diversión” parece que es el lema actual, equivalente al “pan y circo” de los romanos. Nada de compromisos políticos o sociales, eso es muy aburrido.
        En el amplio, despliegue sobre el tema en páginas interiores, junto a nombres de pretendidos intelectuales que confiesan ser seguidores del fútbol como Angel Bahamonde, Quim Monzó, Laura Freixas, Miguel Glez. San Martín, etcétera, menciona a destacados políticos (sobre éstos se entiende perfectamente su alineación con el fútbol, pues ya se sabe lo que persiguen), como Aznar o Zapatero, y también gente de la farándula como Norma Duval, Julio Iglesias, Ramoncín, etcétera.
           Si bien es verdad que muchos de estos seudointelectuales se han convertido en propagadores serviles del sistema que tan bien les recompensa, hay otros, verdaderos intelectuales, que únicamente se comprometen con la verdad. Citaré sólo a uno para que sirva de ejemplo: José Saramago.
       Siempre los intelectuales en la historia fueron críticos, rompedores, vanguardistas, pioneros, subversivos. Su actitud valiente, a veces heroica, les ocasionó sufrimientos, persecuciones y hasta la muerte. Pero gracias a esta gente el mundo ha progresado. ¿El hecho de que, en los tiempos que corren, éstos a los que se señala como intelectuales hayan traicionado esta línea no es una de las causas del actual retroceso cultural y moral en el mundo?
            Termino estas reflexiones citando un comentario que hizo, por cierto el mismo día de la publicación de esta noticia, el científico español Bernat Soria quejándose de las trabas de todo tipo (no puede seguir el trabajo en España, el Gobierno se lo prohíbe) que encuentra para sacar adelante su investigación sobre la terapia de células madre para vencer la diabetes. Se preguntaba Bernat: “¿Dónde están ahora los intelectuales, la gente que quiere cambiar el país desde una postura ética, sólida y no partidista? Es una pregunta que me hago hace años”. La respuesta ya la sabemos: están  viendo el fútbol.
                                                                            

                                                                               Gijón, 21-7- 2002

No hay comentarios:

Publicar un comentario