Hace unos días, la organización política Izquierda
Unida comunicó por mediación de su
coordinador general en Asturias, Jesús Iglesias, las conclusiones que sacaron
de las actividades de lo que llamaron Foro Social por Asturias, organizado por
la propia coalición. Creo que es conveniente que los ciudadanos analicemos
dichas conclusiones, pues han de servirnos como referencia cuando se nos
convoque a las elecciones. De tales declaraciones se desprende que también IU
ha iniciado el viaje hacia el centro político que, primero unos y luego otros,
todos los partidos emprenden. La razón es obvia: consideran que es ahí donde
van a encontrar los votos que necesitan para mantenerse. Pero las consecuencias
de tal peregrinaje son también evidentes: no van a cambiar nada de la sociedad.
Si bien esto resulta coherente para la derecha (pretenden que nada cambie, pues
consideran que vivimos en el mejor de los mundos), para la izquierda resulta
inadmisible.
Así, Jesús Iglesias, después de calificar el Foro de
éxito total (¿podría ser de otra manera?) tanto de público como de calidad del
mismo, avanza lo que serán las líneas maestras de su programa para la próxima
Asamblea: apuesta por la oficialidad del bable, defensa de los funcionarios
públicos y apoyo al mundo rural. Ninguna mención a la situación de los
trabajadores. Es decir, ninguna mención a lo que fue el colectivo referente de
la izquierda tradicional: la clase trabajadora. Y es que, a lo que se ve, esta
gente también llegó a la conclusión de que ya no existen clases sociales, con
lo que asumen uno de los postulados ideológicos más característicos de la
actual globalización neoliberal.
Creo que se deduce, según dije al principio, su
intencionalidad: conseguir los votos de determinados colectivos asturianos. Se
ve que consideran que los trabajadores o ya no les van a votar (los más
informados), o lo harán por inercia.
Penosa situación la del panorama político que no
ofrece a los ciudadanos, que no estamos de acuerdo con el sistema actual, una
alternativa. Presiento que aquí, como en Francia, donde en las últimas
legislativas la participación estuvo por debajo del 65% del electorado, el
número de abstenciones en las urnas va a seguir aumentando.
Gijón, 5-6- 2002
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