La iniciativa tomada por un
grupo de intelectuales catalanes de movilizarse para crear un partido político
que recoja una corriente de opinión existente en Cataluña que, al parecer, no
encuentra representación en el actual espectro político catalán debe ser
observada, en mi opinión, con interés y esperanza.
Este grupo está formado por
prestigiosos escritores, periodistas, profesores universitarios y artistas de
la talla, por citar algunos, de Félix de Azúa, Albert Boadella, Carlos Trías,
Félix Ovejero o Arcadi Espada.
Es el “déficit democrático” que
observan en la sociedad catalana lo que les impulsa a dar este paso. Déficit
democrático producido, según ellos, porque todo el abanico de partidos
catalanes, desde la derecha del PPC, hasta la teórica izquierda del ERC viven
en un “universo de ficción”, alejados de la realidad en la que se mueven los
ciudadanos de a pié, y desconectados, por tanto, de las verdaderas necesidades
y problemas de esos ciudadanos.
Concretamente, centran sus
críticas en que son los sentimientos nacionalistas los que acaparan el debate
político en Cataluña. Esto, según su criterio, supone un fraude, pues hurtan a
la política su verdadera finalidad que es la de permitir el debate permanente
entre las izquierdas y las derechas a fin de hacer avanzar los verdaderos
derechos de ciudadanía. Se declaran herederos de la Ilustración y
pretenden regenerar y sanear la clase política catalana.
El interés al que me referí al
principio resulta obvio, pues el problema catalán se puede extrapolar al resto
de España y de Europa, al menos en lo que a la desconexión entre la clase
política y ciudadanía se refiere.
Gijón, 19-6-2005
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