A menudo se encuentra uno con
opiniones que resultan del todo incoherentes. Pongo, a modo de ejemplo, dos
escritos publicados en este periódico con fecha 1 de abril.
La autora de la carta
‘Cristianismo y aborto’, que se declara católica practicante, justifica el
apoyo de la Iglesia
católica a Franco (responsable de centenares de miles de muertos) por “las
matanzas de curas y monjas por el simple hecho de serlo durante la República ”. También
justifica los miles de muertos de la Inquisición porque “los romanos mataban,
torturaban y hacían esclavos”. Es decir, en el primer caso está invocando la
ley del ‘ojo por ojo’ que, como cualquiera sabe, no pertenece a la religión
católica (¿le enseñan eso los curas?). Y en el segundo, aún peor, compara a la Iglesia , uno de cuyos
mandamientos es ‘No matarás’, con los pueblos de la antigüedad que no
contemplaban tal imperativo en su código moral (si admitimos este argumento,
justificamos a todos los asesinos).
En el otro escrito, ‘El debate
del aborto’, el autor, después de reconocer en el primer párrafo su incompetencia
para opinar sobre el aborto (“Opinar sobre algo que no se ha vivido puede ser
un brillante ejercicio dialéctico, pero también un atrevimiento despiadado”),
se lanza en el resto del artículo al incoherente ejercicio de condenar los
argumentos esgrimidos por los defensores de la reforma de la actual ley del
aborto. En todo caso, omite las razones para quien, profano en la materia como
él, deberían resultar más evidentes (siempre que esté liberado de prejuicios
religiosos): que la actual ley del aborto es mala porque humilla a las mujeres
que quieran abortar, ya que las obliga en la mayoría de los casos a mentir
argumentando perjuicios psicológicos, pero que la otra alternativa que proponen
los prohibicionistas es aún peor, porque perjudica a los de siempre, a los más
pobres e indefensos. De todos es conocido que los ricos siempre abortaron con
todas las garantías. Y que no hablen de escrúpulos religiosos, pues eso lo solucionan
con una simple confesión.
P. D. Por favor, no confundan un
feto con un niño….
Gijón, 1-4-2009
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