martes, 5 de agosto de 2014

Ignorancia y mediocridad


En medio de la cacofonía de voces que nos invade y desconcierta aparecen ciertos politólogos que llaman la atención por el acierto con que hacen el diagnóstico de lo que nos pasa: la ignorancia y la mediocridad en la que estamos inmersos. Citaré dos de estos analistas: Forges, con su artículo ‘El triunfo de los mediocres’ y Rafael Argullol con ‘Sin crítica no hay libertad’.
El primero resume su tesis en la frase con que comienza el escrito: “Quizá ha llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica, va más allá de estos o aquellos políticos, de la codicia de los banqueros o la prima de riesgo. Asumir que nuestros problemas no se terminarán cambiando a un partido por otro, con otra batería de medidas urgentes o una huelga general. Reconocer que el principal problema de España no es Grecia, el euro o la señora Merkel. Admitir, para tratar de corregirlo, que nos hemos convertido en un país mediocre.” El resto del artículo lo dedica a poner ejemplos que confirman su teoría.
Rafael Argullol, por su parte, relaciona dos noticias: la séptima reforma educativa habida en los más de 30 años de democracia española y los resultados de la última encuesta sobre la educación en el mundo que sitúa a los españoles en la cola, para llegar a una pesimista conclusión: “Lo que está en peligro es la democracia en manos de ignorantes. Cuando no queden ciudadanos, sólo habrá súbditos.” Antes se había referido al analfabetismo educativo, la falta de capacidad crítica, la corrupción que nos invade, el desprestigio de la cultura, la pobreza del lenguaje, el desdén por la verdad y la libertad, las carencias intelectuales que afectan a la cultura democrática y, en fin, la falta de una arraigada tradición humanista e ilustrada que, agravada por el franquismo, no ha sido contrarrestada en los más de treinta años que llevamos de democracia.


                                                     Gijón, 27-12-2012

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