Se puede hacer una valoración de
la gestión del grupo municipal de Foro, al frente del Ayuntamiento de Gijón,
situándola en el contexto socio-político en el que vivimos que es, como se
sabe, la globalización neoliberal. Tomando esta referencia, se observa que su
política se ajusta al ideario neoliberal imperante al cien por cien, tal como
prueban sus rasgos más característicos:
No creen en la política o tienen
un concepto débil de la misma, lo que evidencia su talante escasamente
democrático (no tienen la democracia como meta). Como datos reveladores de esta
condición se puede citar el hecho de que la regidora no se haya acercado a las
urnas en lo que llevamos de democracia (se supone que al menos hasta las
últimas elecciones municipales); la exclusión de representantes de la oposición
de los consejos administrativos de las empresas municipales; la crítica que se
les hace desde muchos sectores sociales y políticos de falta de diálogo; o el
hecho de que sus máximos dirigentes no ejercen la función política con
dedicación exclusiva (la alternan con sus ocupaciones privadas).
Conciben, en cambio, la política
como gestión de recursos en clara sintonía con la racionalidad tecnocrática,
tan querida por la ideología neoliberal. Esto, que suena bien, tiene el
inconveniente de gestionar la economía con el criterio de los ricos y a favor
de ellos (los “emprendedores”), saliendo los pobres y los trabajadores en
general (los “no emprendedores”) perjudicados, lo que acentúa las desigualdades
y la exclusión social. Para este colectivo, que se irá agrandando con el
tiempo, tienen la caridad cristiana, de ahí el papel predominante que dan a la Iglesia católica con la
que sintonizan claramente. Pero incluso en el terreno de la gestión económica,
que debería ser su fuerte, se muestran incompetentes, como prueba su mala
actuación en el Plan General de Ordenación del municipio.
A su favor tienen el descrédito
en el que, más o menos justificadamente, han caído las formaciones políticas
tradicionales. En todo caso, y como consecuencia de ello, el porvenir político
municipal se presenta más bien sombrío.
Gijón, 11-6-2013
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