El pasado lunes, día 18, se
publicó en esta sección una carta dirigida a mi persona en la que se pone en mi
boca insultos que no proferí (se dice que insulté al arzobispo de Oviedo, lo
que resulta falso), a la vez que se me acusa de hablar mucho de diálogo y tolerancia
y no practicar ni una cosa ni otra.
Sólo dos palabras, no para
justificarme (no viene al caso) sino para reivindicar aquello en lo que creo
(seguramente de manera ingenua) y que me mueve a escribir: la democracia, que
es, como se sabe, la participación de los ciudadanos en la vida pública. La
principal manera que tenemos de participar es mediante la palabra, de ahí la
importancia de secciones como ésta en la que se permite opinar al hombre de la
calle (hay pocos espacios donde se permita hablar al ciudadano).
Añadir únicamente que hablo a
título personal, es decir, no hablo en nombre de ninguna secta o religión, ya
que desde las verdades absolutas o dogmas no se puede dialogar ni argumentar.
Gijón, 21-4-2011
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