Existe una relación directa
entre los sistemas filosóficos y el contexto histórico y sociocultural en el
que se producen. Esto se pone de manifiesto en el Helenismo, periodo histórico
que abarca desde el año 323 a .
C., fecha de la muerte de Alejandro Magno, hasta el siglo V que comienza la
Edad Media.
Las conquistas de Alejandro
Magno supusieron la desaparición del sistema político-social vigente hasta
entonces en el mundo griego. Me refiero a las ciudades-Estado en las que, en
mayor o menor medida, se desarrollaron las democracias. Fue este contexto
democrático el que permitió el florecimiento de la brillante filosofía griega
de la época clásica (sofistas, Sócrates, Platón, Aristóteles) en la que la
política tuvo un lugar preferente, quedando la ética y la felicidad del hombre
supeditadas a la misma.
La descomposición del Imperio de
Alejandro que siguió a la muerte de éste, dio lugar a gobiernos despóticos que
convirtieron a los ciudadanos libres griegos en súbditos de las nuevas monarquías.
El poder pasa del pueblo al monarca que legisla y gobierna por medio de sus
funcionarios.
La compleja situación histórica
de esta época será vivida con gran inquietud y llevará a los hombres a buscar
consuelo en doctrinas que permitan mantener el equilibrio personal frente a la
cambiante coyuntura política. Así surgen tres grandes movimientos filosóficos:
el epicureismo, el estoicismo y el escepticismo, que construyen una ética capaz
de resistir esta situación aparentemente sin salida. Y junto a ellos se da un
resurgir de las religiones que prometen la salvación y la felicidad, aunque sea
en el más allá.
En el caso de los estoicos, el
objetivo de crear un sistema filosófico que desarrolle y potencie el carácter
individual de la persona en detrimento de su carácter social, se logra a través
del conocimiento de la Naturaleza. El
necesario sometimiento a las leyes de la Naturaleza lleva a los seres humanos a la
resignación, a la aceptación del destino. La consciencia de dicha aceptación
les da la felicidad bajo la forma de apatía, indiferencia ante cualquier
acontecimiento.
En todo caso, los estoicos no
tendrán inconveniente en implicarse en política, sobre todo en el segundo y
tercer periodos de esta doctrina, aunque de manera distinta a la época clásica,
ya que no pretenden cambiar la realidad porque asumen que todo está bien
gobernado por la Naturaleza.
Fue Panecio el que, en el segundo periodo del estoicismo,
pretendió “civilizar” el rigorismo de sus antecesores para adaptar el legado
estoico al mundo romano. El hombre tiene la seguridad de que su voluntad es
conforme a la Voluntad
universal y se siente apto para gobernar. Por otro lado, Cicerón podía ver con
simpatía la traducción del ideal cínico cosmopolita en términos “civilizados”
de una concordia ecuménica protagonizada por Roma. En aquellos momentos
históricos, con las monarquías helenísticas en plena descomposición y los
bárbaros aún lejos, todo parecía indicar que el destino se complacía en que
Roma asumiera esa función helenística del mundo.
Los escépticos buscan también
alcanzar la ataraxia o el equilibrio
del espíritu por medio de la epojé o
suspensión del juicio. Se basan en que les resulta imposible a los humanos
conocer la verdadera realidad porque al conocimiento se accede por medio de las
sensaciones y éstas son subjetivas por lo que varían según los individuos.
Plantean, consecuentemente, suspender el juicio, no dar nada por cierto y seguir
investigando. La aceptación de esta realidad les da tranquilidad de espíritu.
Particular interés tiene la
filosofía de la nueva Academia platónica, muy influenciada por el escepticismo.
Arcesilao y Carnéades son sus máximos representantes. El primero retoma la idea
socrática de que la verdad absoluta no está al alcance del hombre, por lo que
éste se ve obligado a buscarla en un diálogo permanente con los demás. Carnéades
introduce el concepto de la probabilidad. No podemos acceder a la certeza, pero
sí a lo probable a través del estudio y la confrontación. Esta probabilidad es
suficiente para poder orientarse en la vida. Se corrige así el problema
escéptico de la indefinición de la conducta.
Finalmente, el pensamiento
helenístico tardío, muy influenciado por las religiones populares y los cultos
mistéricos de Oriente, deriva hacia posiciones más espiritualistas y
religiosas, con lo que el ser humano se desentiende cada vez más de los
problemas de este mundo, para centrarse en el otro. La filosofía deviene en
teología que se convertirá en hegemónica durante los siglos posteriores de la
Edad Media.
Las figuras más representativas
de esta época son Filón de Alejandría, que aúna la filosofía clásica y la
religión bíblica hebrea y, sobre todo, Plotino, que, con su dios trascendente
(Uno), sus dioses intermedios (Nous, Alma), su mundo material e imperfecto y el
hombre a caballo entre los dos mundos por su doble condición de mortal (cuerpo)
y espiritual (alma), apunta ya claramente al omnipresente pensamiento religioso
de la Edad Media.
Curso: 1º de Grado de Filosofía
Uned. Gijón
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