miércoles, 13 de agosto de 2014

El terrorismo islamista


El terrorismo islamista preocupa en Occidente con razón, pues amenaza con destruir nuestro sistema de convivencia. Es por eso que, además de conocer las causas que lo produce, conviene preguntarse si las políticas desarrolladas por nuestros gobiernos para combatirlo son las adecuadas.
Muchos especialistas analizan profusamente el tema. Uno de ellos, al que quiero referirme en esta carta, es Luis Goytisolo. En un artículo reciente suyo, “La causa de la causa”, argumenta, precisamente, que las políticas a las que me refería antes no sólo no son eficaces sino que favorecen el terrorismo. Afirma que el incremento de éste se debe a la dedicación puesta por Occidente en el curso de las últimas décadas en desestabilizar regímenes de vocación laica en beneficio de las teocracias más intransigentes. Pone como ejemplo de ello a Afganistán donde el régimen prosoviético de Babrak Karmal fue sustituido, con ayuda de la CIA, por el de los talibanes, protectores de Bin Laden; o Irán, antigua Persia, en donde la revolución del imán Jomeini derrocó al Sha de tendencia occidental. Otro tanto acaba de ocurrir en Irak. Sadam fue, indudablemente un tirano detestable, pero su régimen era laico y propicio a cierto desarrollo social. Las fuerzas que en un futuro próximo se hagan con el poder en ese país, enarbolando el estandarte de la fe, serán, sin duda, más conflictivas y menos manipulables que Sadam.
Concluye el autor diciendo que la solución al problema pasa por dar respaldo político y propiciar el desarrollo económico y social de los países musulmanes que con mayor éxito intentan sustraerse al contagio fundamentalista. Países tales como Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto, etcétera.

                                                         Gijón, 2-05-2004


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