En el artículo ‘Vestuario
familiar’, publicado por este periódico con fecha 26 de octubre, su autor, que
escribe en calidad de capellán del Real Sporting de Gijón, hace unas
revelaciones sorprendentes. Concretamente dice refiriéndose a los jugadores:
“Cuando inmediatamente antes del inicio de los partidos rezamos el
‘Padrenuestro’ en el vestuario, entrelazando nuestros brazos en cadena, no le
pedimos a Dios que meta goles (no es su especialidad), sino que sepamos
desarrollar las cualidades que él nos dio y meterlos nosotros”.
Se da la evidente circunstancia
que en España desde hace treinta años vivimos, afortunadamente, en una
democracia y eso supone, entre otras cosas, que las ideas religiosas que uno
tiene o deja de tener son un asunto privado y nadie está obligado a
manifestarlas públicamente. Dado que el Sporting es un club que no tiene
carácter religioso y que los jugadores que forman su plantilla son
profesionales que ganan su vida jugando al fútbol, resultan improcedentes tales
prácticas. Qué haría un musulmán o un ateo, por poner un ejemplo, en esa
plantilla ¿se uniría a sus compañeros en el rezo para no quedar marcado o se
apartaría a un rincón del vestuario? Si hace esto último y no mete goles en el
campo ¿aparecerá ante los demás como abandonado de Dios?
Teniendo en cuenta, además,
según las manifestaciones del autor del artículo, que era práctica habitual que
el equipo asistiera a misa durante las concentraciones en Mareo, misas
calificadas como ‘prestosas’, participativas y que estrechan lazos fraternales,
resulta más que evidente el problema que se le presenta al posible disidente.
Creo que no se deberían tomar en
vano cosas tan serias como las ideas o sentimientos religiosos que uno pueda o
no tener.
Gijón, 30-10-2006
No hay comentarios:
Publicar un comentario