En la
tertulia literaria a donde asisto proponen escribir un texto sobre ‘fábula de
animales’.
...Fábula de animales, fábula de
animales... Vaya compromiso. ¿Qué puedo escribir sobre esto?
Tiro de diccionario. Fábula, fábula,
fábula... Fábula: Composición literaria, generalmente en verso, en que
por medio de una ficción alegórica y de la personalización de animales, seres
inanimados o abstractos se da una enseñanza.
Nada, no me
dice nada.
...Animales,
animales, animales... Se me viene a la cabeza un nombre que se me había quedado
grabado recientemente: Jane Goodall, reciente premio Príncipe de Asturias de
Investigación Científica y Técnica. Se pasó más de 40 años investigando
chimpancés en la Reserva
de caza en Gombe Stream (Tanzania).
Tiro de
hemeroteca y leo algunos de sus descubrimientos: Los chimpancés son entre 98 y
99 por ciento genéticamente idénticos a los humanos. Son capaces de usar
herramientas sencillas, forman grupos cooperativos de caza, muestran
personalidades complejas con una alta inteligencia y establecen relaciones
sutiles y muy duraderas entre ellos, constituyendo sociedades de un entramado
sorprendentemente rico y estructurado.
¡Qué gran
lección para el ser humano! ¡Qué cura de humildad! El hombre que se cree el rey
de la creación, el centro del universo, que se pasa la vida mirándose el
ombligo, que en su engreimiento y soberbia se emparienta con los mismos dioses
(alma inmortal, vida eterna...), no es más que un primo cercano de los monos.
Poco más que un simio parlante.
Pero, ¿qué
digo? Es mucho peor que eso. Es el mayor y más dañino depredador de la Tierra. Responsable
del exterminio total de muchas especies de animales, redujo al resto a la
mínima expresión, apenas suficiente para su supervivencia. Verdugo implacable
para sus congéneres, amenaza, en su demencia destructiva, con el holocausto
final de la vida sobre el planeta.
Pobre ser
humano. Qué pena me das.
Gijón, 13-7-2003
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