El sábado, día 20 de octubre, el
fascismo asomó su siniestro rostro en estas mismas páginas en forma de una
carta titulada ‘Un salto al vacío’. A buen seguro, su lectura ha producido un
escalofrío en muchos lectores de este periódico. Como es necesario conocer bien
sus rasgos para poder combatirlo, reproduzco algunos:
“España saltó al vacío cuando
aprobó la Constitución
del 78, donde se establecen solapadamente los gérmenes de la corrupción
política que ahora lamentamos; cuando creyó que de las urnas saldrían la verdad
y la justicia, ignorando que los valores no son fruto de la voluntad
mayoritaria; …cuando socavó los cimientos de la sociedad al atacar la familia
con la ley del divorcio; cuando prefirió dar muerte a millones de niños con la
ley del aborto;… cuando no se suspendieron en el tiempo unas elecciones
celebradas tan solo dos días después del mayor atentado terrorista sufrido en
España; cual fruto podrido de aquellas urnas teñidas de sangre salió el más
nefasto de los gobernantes de esta querida piel de toro…”, etcétera. Y remata
con el tópico fascista de que España es diferente en clara alusión a la
estúpida idea de que “España es una unidad de destino en lo universal”.
Creo que esta carta debería
hacernos reflexionar, porque no se puede descartar que no acabemos
reencontrándonos con nuestros demonios del pasado. Hay voces clarividentes que
nos indican cuál es camino correcto a seguir, que no es otro que el de la
democracia. En Asturias, en los próximos días, vamos a tener una oportunidad de
oro para oír una de esas voces. Se trata de la galardonada con el Premio
Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales Martha C. Nussbaum. Necesitamos
escucharla; estamos obligados a hacerlo.
Gijón, 21-10-2012
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