Pasada ya la intensa actividad
cultural de la semana de los Premios Príncipe de Asturias, es hora de hacer
balance. Al ser ésta una labor eminentemente personal, habrá tantas
valoraciones como empeños, no siendo muy descabellado afirmar que son los
premiados en Deportes -Xavi y Casillas- los que tengan mayor reconocimiento por
su actividad. En cambio yo destaco de entre todos los galardonados –sin
desmerecer el altísimo nivel de excelencia de cada uno de ellos- a la filósofa
Martha Nussbaum. Ello por un motivo: creo que acierta con la solución a los
graves problemas que plantea la convivencia humana.
Efectivamente, toda su obra está
concebida para reivindicar, enseñar y practicar el humanismo que es, como se
sabe, lo que nos diferencia del resto de los seres vivos y nos hace superiores.
Nuestra historia así lo confirma: cuando el hombre prescindió del humanismo, que
fue la mayoría de las veces, se convirtió en la peor de las bestias.
El humanismo tiene su expresión
política en la democracia y es en su cultura y su ética donde Nussbaum centra
la mayor parte de su obra. Así, señala tres pilares fundamentales sobre los que
construye la convivencia. Se trata de crear una comunidad de personas que
desarrollen el pensamiento crítico, que busquen la verdad más allá de las
barreras de clase, género y nacionalidad y que respeten la diversidad y la
humanidad de los otros.
Recurre a las ciencias
humanísticas, sobre todo a la
Filosofía , la
Literatura y las Artes, donde encuentra las respuestas: de
Sócrates la capacidad de pensar por uno mismo, razonar, cuestionar las propias
creencias y debatir con los demás en busca de entendimiento; de los estoicos el
cosmopolitismo, la superación de las fronteras y la Alianza de Civilizaciones
y de la Literatura
y el Arte el desarrollo de la imaginación, el conocimiento del otro y la
empatía.
No hace falta insistir en la
necesidad que tenemos de adquirir estos valores para superar la mediocridad que
nos invade.
Gijón, 31-10-2012
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