domingo, 10 de agosto de 2014

El proceso de paz


El proceso de pacificación del País Vasco emprendido por el Gobierno ha sido calificado por Zapatero de largo, duro y difícil y con razón, pues a nadie se le escapa la naturaleza de un problema que está envenenando a la sociedad vasca desde hace más de treinta años. Ello justifica que esta oportunidad que se presenta de alcanzar la paz sea aprovechada, no sólo por el Gobierno sino por toda la sociedad española, desde los partidos políticos pasando por las instituciones públicas hasta los ciudadanos.
Parece lógico que la mayor dificultad al proceso de paz venga del lado de los terroristas y sus avaladores políticos, la izquierda abertzale, incluso del PNV que aprovecharán las circunstancias para lograr avances en sus planteamientos independentistas. Aquí el Gobierno ha de ser intransigente, tal como prometió, estando el resto de partidos políticos obligados a vigilar sobre el particular. Cosas distintas son la forma en que se abordan las diferentes fases del proceso y la negociación sobre la reinserción de los etarras que admiten mayor margen de maniobra.
Dicho esto, hay que hablar de otra dificultad nada desdeñable para el proceso. Es la política partidista del PP. Este partido siempre ha utilizado el terrorismo vasco como la baza más importante para sus ambiciones de poder. Lo empleó Aznar para ganar las elecciones de 1996 (recuérdese el uso del GAL) y para mantenerse en el Gobierno. Fue, precisamente, esta vinculación de su política al terrorismo lo que le llevó a cometer el error de sostener la autoría de ETA en el atentado del 11-M. Por una cuestión de coherencia con la estrategia política del catastrofismo, el PP está obligado a impedir que Zapatero tenga éxito en este lance, por lo que va a poner todos los obstáculos posibles. Ya lo está haciendo.


                                                       Gijón, 5.-6-2006 

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