domingo, 10 de agosto de 2014

El problema de los nacionalismos



La campaña de recogida de firmas protagonizada por el PP para obligar al Gobierno a convocar un referéndum sobre la unidad de España puso el broche de oro el pasado día 16 de mayo con la presentación en el Parlamento español por parte de Mariano Rajoy de los cuatro millones de firmas recogidas. Pero esta acción política del PP resulta esperpéntica, ya que es inconcebible que un partido de la oposición imponga al Gobierno la manera de cómo ha de abordar los problemas del país. Sería como poner el carro delante de los bueyes.
Pero hay una razón de mayor peso para desaconsejar la iniciativa del PP, es la siguiente: el Gobierno de Zapatero ha abordado el delicado problema de las reformas estatutarias ateniéndose escrupulosamente a los cauces democráticos que son, como se sabe, las instituciones públicas. Son los Parlamentos los que representan la soberanía de los ciudadanos y es a través de ellos cómo se están llevando a cabo las reformas. El referéndum, de llevarse a cabo, dejaría en mal lugar la credibilidad de los Parlamentos tanto autonómicos como el español.
Es por ello que el PP cometió un grave error al no presentar la batalla política en estas instancias. De haberlo hecho con seriedad y eficacia los resultados serían indudablemente mucho mejores para el bien del país. Por el contrario, antepuso una vez más sus intereses partidistas a los del Estado. Está más interesado en seguir su política de acoso y derribo del Gobierno que de mejorar a España.
A nadie se le oculta la gravedad del problema de los nacionalismos y las identidades, pero ese problema está ahí, no lo creó Zapatero como pretenden algunos. Lo que hizo Zapatero fue abordar el problema para solucionarlo y de la correcta solución son responsables los partidos políticos con representaciones parlamentarias. 


                                                                                           Gijón, 19-5-2006

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