lunes, 4 de agosto de 2014

El fracaso de la izquierda


No creo que resulte exagerado afirmar que lo que políticamente se llama la izquierda está fracasado. La ideología neoliberal se ha impuesto de manera tan absoluta en la actual era global, que ocupa prácticamente todo el espacio público. Sin embargo, cualquier espectador avisado hace tiempo que se habrá percatado de que las consecuencias de tal situación son desastrosas y, si alguna duda tuvo, la crisis que padecemos se la habrá disipado. Si además tenemos en cuenta que el futuro que nos depara este sistema es descorazonador, no nos queda más que volver la vista a la izquierda política e ideológica en busca de soluciones. Y es aquí donde se presenta el verdadero problema: no ofrece en la actualidad una alternativa clara. De ahí la necesidad de una profunda autocrítica. De no hacerla (y yo creo que es así) no se corregirán los errores que se están produciendo.
El primero es la división de los que, con indudable mérito por su parte, combaten o tratan de corregir los efectos negativos del neoliberalismo. Su compromiso es generalmente con una gran diversidad de movimientos sociales (ecologismo, feminismo, pacifismo, plataformas, ONGs, etc.). Creo que la acción política hay que canalizarla a través de las instituciones básicas de la democracia, partidos y sindicatos, fundamentalmente. La objeción de que no nos representan es correcta, pero su regeneración pasa por la participación activa y responsable de los ciudadanos con dichos organismos (no basta sólo con votar).
Otro error es creer que las cosas cambiarán sólo con movilizaciones masivas en la calle. Esa estrategia puede funcionar cuando no hay democracia formal (de hecho, tuvo éxito en los países soviéticos en los 80). No es el caso de España en la actualidad. Nadie nos impide trabajar con programas políticos: elaborarlos, conocerlos, divulgarlos. Estos documentos han de recoger las políticas alternativas y es en torno a ellos como se logrará la necesaria unión. Finalmente, esta práctica requiere desarrollar la capacidad de diálogo de la que estamos limitados. Es necesario, por tanto, crear espacios de debate y cultura, pues, como decían los ilustrados, es a través de ésta como nos redimimos.


                                                                    Gijón, 21-9-2013  

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