martes, 5 de agosto de 2014

El espectáculo como alienación


El multitudinario acto religioso celebrado en el estadio del Molinón en homenaje al malogrado entrenador del Sporting, señor Preciado, puso de manifiesto la simpatía y el cariño del pueblo de Gijón hacia el citado entrenador, sin duda, debido a sus cualidades tanto profesionales como humanas. Su familia debió sentir un legítimo orgullo a la vez que consuelo por estar tan arropada en este dramático trance.
Dicho esto, cabe hacer otra lectura, no tan positiva, de este acontecimiento social. Es la que resulta de reparar que quizá fue la pertenencia del señor Preciado al mundo del fútbol, lo que originó la sorprendente concurrencia (10.000 personas) a su funeral, así como la trascendencia mediática que tuvo el luctuoso suceso. Es difícilmente imaginable que una figura, por muy prestigiosa que fuera, provoque tal conmoción si no perteneciese al mundo del espectáculo.
La explicación, creo yo, podemos encontrarla en que, tal como sostiene Vargas Llosa en su último libro, vivimos instalados en la “civilización del espectáculo” (así titula precisamente el libro). Tesis ésta compartida por otro intelectual francés, de origen marxista, Guy Debord, que en 1967 publicó ‘La sociedad del espectáculo’. En este ensayo el autor relaciona espectáculo con alienación y sostiene que la sociedad actual no sólo vive alienada en el ámbito laboral, tal como sostuvo Marx, al trabajar para otros a cambio de un precio, sino que tampoco el tiempo de ocio le pertenece pues, al dedicarlo al entretenimiento, la diversión o la evasión (el espectáculo), vive enajenada de su propia vida. En una palabra, es el mundo virtual del espectáculo y del consumo el que sustituye como interés o preocupación central, en el hombre de hoy, todo otro asunto de orden cultural, intelectual o político.
Esto explicaría también que, estando sumidos en una crisis de dramáticas consecuencias, sean acontecimientos como la muerte de Preciado, los que realmente tengan trascendencia social.


                                                        Gijón, 16-6-2012 

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