jueves, 14 de agosto de 2014

El cumplimiento de condenas


            Esperaba algún tipo de réplica a mi carta sobre el endurecimiento de condenas a determinados delitos decretado por el Gobierno y, efectivamente, ésta surgió el pasado 16 de enero con el título de “Cumplir condenas”. La esperaba porque los criterios esgrimidos por el señor que la firma, son los predominantes en nuestra sociedad. En realidad, sus argumentos son la mejor muestra de lo que se ha dado en llamar el pensamiento único. Como se sabe, este término surgió en la década pasada de la mano de los movimientos antiglobalización en un intento por definir la realidad que cambiaba a velocidad de vértigo a fin de comprenderla (el primero en usarlo fue Ignacio Ramonet, director de “Le Monde Diplomatique”, fundador de ATTAC y uno de los promotores del Foro Social Mundial de Porto Alegre) y alude a que la gran mayoría de personas piensa según los esquemas mentales dictados por el neoliberalismo económico imperante
           Al pensamiento único también se le llama débil o cero. Y pensamiento cero es el que confunde política con demagogia, el que cree que la política y la economía mundiales están diseñadas por los Kim Jong II, Castro, Saddam, etcétera, el que ignora que el Gobierno estadounidense se salta el Estado de Derecho decretando la muerte (asesinato) de personas sin detención y juicio previos, el que considera que la miseria de los países tercermundistas se soluciona yendo allí a hacer no sé qué cosas (¿de misionero, con las ONGs, tal vez?), el que sigue mentando a los comunistas como origen de todos los males (estás un poco desfasado, hombre, ahora son los terroristas).
         De todo esto se pueden sacar conclusiones interesantes. Una de ellas, que salta a la vista, es el tremendo error que han cometido las organizaciones sindicales y políticas de izquierdas. Me refiero a haber perdido la batalla ideológica. La izquierda se quedó sin discurso, sin proyecto ¿Cómo es posible que 14 años de gobierno del PSOE se hayan saldado con este panorama cultural? Pero lo peor de todo esto es que no parecen darse por enterados. No se ve reacción alguna en este sentido y siguen con su política errática como pone de manifiesto ‘la última’ de nuestra alcaldesa que consiste en consultar a los ciudadanos para que le den ideas a fin de elaborar el proyecto político ¿Qué creerán que les vamos a decir?
           En fin, creo que, si alguien no lo remedia, va a suceder que tenía razón aquel seudofilósofo americano que vaticinó el final de la historia.


                                                                 Gijón, 24-1-2003

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