No es con el ánimo de hacer reflexionar al señor que
escribió la carta “Pueblo y cumplimiento de condenas”, publicada en esta
sección con fecha 3 de enero por lo que escribo la presente réplica (creo que
sería harto difícil), ni tampoco para debatir sobre si las condenas a prisión
de los delincuentes han de hacerse con criterios de reinserción social o por afán
de venganza, o, si el endurecimiento de las penas va a tener efectos
disuasorios o no (no sabría), ni tan siquiera para tratar del manido tema del
oportunismo de los políticos (¡qué buena ocasión!), sino el considerar que
tiene razón en una afirmación que hace: la mayoría del pueblo español está de
acuerdo con un endurecimiento de la condena para los terroristas.
Que haya tanta unanimidad en querer aumentar las
condenas para determinados delitos me parece lamentable, porque pone de
manifiesto, en mi opinión, una penosa realidad: la mayoría de la sociedad
permanece ajena al sufrimiento de miles de víctimas inocentes de la guerra, por
ejemplo, o de millones de muertos por el hambre en el mundo, por lo que
difícilmente se podrá remediar esto.
¿Qué relación hay entre una cosa y la otra? Muy
fácil: los millones de víctimas inocentes lo son como consecuencia,
fundamentalmente, de políticas perversas elaboradas y aplicadas por los
dirigentes más poderosos de la
Tierra (léase Bush, Aznar, Blair, Berlusconi, etc.) que, por
muy demócratas que se consideren (y en cierto modo lo son porque están
respaldados por mayorías), tienen mucho que ver en el asunto (no olvidemos que
estamos en la era de la globalización). Hay suficientes recursos en el mundo
como para poder vivir todos de manera digna, pero el egoísmo, la ambición, la
ignorancia, etc. de unos (¿estaremos nosotros entre ellos?) lo impide.
Si el autor de la mencionada carta se quitase,
aunque sólo fuese por un momento, las orejeras que lleva puestas, podría ver
otras realidades como, por ejemplo, la reflejada en el artículo que ese mismo
día publicó este diario que, bajo el título ‘El fin del hambre’, firmaba Manuel
Alcántara comentando el nombramiento de Lula como presidente de Brasil. Por si
no lo leyó copio dos de sus frases: “Con su aire de capataz entusiasta (se
refiere a Lula), ha identificado al enemigo, que no es otro que la miseria.
Ella es la culpable, junto a la ignorancia y la crueldad, de todos los males
corregibles del mundo. Un lugar destartalado donde reina la injusticia y el
hábito de aceptarla”. “La pobreza extrema mata cada 24 horas a 100.000
personas, 4.167 cada hora, 70 cada minuto”.
Quiero decir con esta carta que, sin dejar de mirar
a los terroristas identificados, miremos también el origen de tanto dolor y
sufrimiento en el mundo, que no es causado precisamente por esos terroristas.
Gijón, 11-1-2003
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