Me gustaría hacer algunos comentarios al artículo de
opinión publicado en su periódico el día 25 de enero con el título “Políticas
de pasotismo y cultura” de Juan Pérez del Río, responsable de la comisión de
políticas sociales del PP de Gijón.
Destacar, primero, la coincidencia que hay entre el
concepto que tiene este hombre de la cultura y el que tienen otros políticos
pertenecientes a formaciones, en teoría, opuestas a la suya: IU o el PAS. Para
estas personas los problemas que padecemos los asturianos se resolverían si
conociésemos la cultura asturiana y, más concretamente, si hablásemos el bable.
En mi opinión, hay, efectivamente, una clamorosa
falta de cultura en nuestra sociedad, pero no se trata de la cultura asturiana,
sino de la democrática. Ello es así, fundamentalmente, como consecuencia de la
globalización neoliberal que impone los valores económicos como única
referencia y al mercado como único dios. Esta nueva ‘religión’, integrista por
más señas, necesita para propagarse anular la cultura del pueblo, suprimir su
memoria histórica (pero no la asturiana, por favor, que aporta poco más que
folklore). Necesita alejar a los ciudadanos de la política. Ésta es la mejor
fórmula para lograr una sociedad acrítica, dócil y consumista.
En España tenemos un plus añadido en este sentido
porque sumamos a lo dicho anteriormente la incultura crónica que nos deparó una
historia desgraciada (y ésta sí que la deberíamos conocer, como, por ejemplo,
nuestro pasado más inmediato, el franquismo), que hizo que llegáramos a la
democracia (la institucional que no la real) con siglos de retraso respecto a
otros países europeos.
En definitiva, creo que nuestros políticos están
escamoteando al pueblo la verdadera cultura que es la que permite a los
ciudadanos comprometerse con sus responsabilidades cívicas a todos los niveles.
La frase de este político: “Digo sí a la Asturias obrera, pero también a la Asturias donde a los
empresarios se les dé la suficiente flexibilidad como para poder montar sus
empresas sin miedo y sin presiones”, reclamando más precariedad laboral y, por
tanto, menos participación sindical, no puede ser más esclarecedora.
Gijón, 4-2-2003
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