domingo, 10 de agosto de 2014

Distinción a Diez-Alegría


El nombramiento en fechas recientes del teólogo José María Díez-Alegría como Hijo Predilecto de Gijón nos invita a hacer unas reflexiones sobre este gijonés, no sólo singular por la lucidez mental que a sus 94 años exhibe, sino por su trayectoria vital que se caracteriza por ser un modelo de coherencia y compromiso con unas ideas, en este caso religiosas, que le llevaron a posiciones de exclusión y marginalidad dentro de la Iglesia católica a la que pertenece.
Llama la atención, sobre todo, la interpretación que hace de la doctrina del que considera su maestro, Jesús, totalmente diferente, incluso en muchos aspectos opuesta a la posición oficial de la Iglesia. Desde su radical alineamiento social y político con la causa de los más desfavorecidos de la Tierra, materializado en el movimiento de la teología de la liberación, hasta su rechazo a que la Religión sea enseñada en las escuelas por considerar que así se instrumentaliza políticamente la fe, pasando por la aceptación de los matrimonios entre homosexuales o el derecho de las mujeres al sacerdocio en base a la igualdad de sexos, todo ello nos transmite un mensaje tan claro como contundente: Díez-Alegría hace compatible su fe, sus creencias religiosas con la democracia, de tal manera que se puede decir que tanto él como el sector de la Iglesia, igualmente marginado, que comparte sus ideas (los citados teólogos de la liberación o los Teólogos de la Asociación Juan XXIII, entre otros) han asumido valientemente el espíritu de reforma que pretendió el Concilio Vaticano II, poniendo en evidencia de manera lacerante el desfase entre una sociedad moderna que busca superar las endémicas injusticias y desigualdades y una Iglesia católica anclada en el pasado más oscuro y reaccionario.


                                                                       Gijón, 3-1-2006 

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