viernes, 8 de agosto de 2014

Degradación política


A día de hoy, afortunadamente para muchos gallegos y vascos, sus correspondientes campañas electorales han pasado a la historia. Digo afortunadamente porque la intoxicación ideológica en forma de insultos, descalificaciones y mentiras a las que han estado sometidos en días pasados ha rebasado los confines de sus comunidades para llegar hasta nosotros. Ningún dato, ni la más pequeña información acerca de los proyectos políticos que proponen los partidos en liza ha trascendido (¿tienen los partidos políticos programas?). En cambio, sí hemos recibido amplia información sobre el presunto despilfarro del presidente Touriño (un coche más caro que el de Obama, sillas compradas a precio de oro, un despacho superlujoso, etc.), o sobre el riesgo de que en el País Vasco gobierne el PP en coalición con el PSE, amén de petición de dimisiones, recusaciones a jueces, acusaciones de corrupción y un largo etcétera. Parece imposible, pero cada vez nos adentramos más en la degradación política. 
¿A quién exigimos responsabilidades? ¿A una clase política pervertida, unos medios de comunicación manipuladores o una sociedad enajenada? Sin duda hay de todo un poco. Pasa lo mismo con la televisión, que no se sabe si la ínfima calidad de su programación se debe a las propias cadenas que compiten por las audiencias o a los teleespectadores que demandan la ‘telebasura’.
Lo que parece claro es que alguien, desde alguna instancia, debe reaccionar contra esta deriva de perversión que toman nuestras democracias. Nos va mucho en ello.


                                                                   Gijón, 1-3-2009

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