A día de hoy, afortunadamente
para muchos gallegos y vascos, sus correspondientes campañas electorales han
pasado a la historia. Digo afortunadamente porque la intoxicación ideológica en
forma de insultos, descalificaciones y mentiras a las que han estado sometidos
en días pasados ha rebasado los confines de sus comunidades para llegar hasta
nosotros. Ningún dato, ni la más pequeña información acerca de los proyectos
políticos que proponen los partidos en liza ha trascendido (¿tienen los
partidos políticos programas?). En cambio, sí hemos recibido amplia información
sobre el presunto despilfarro del presidente Touriño (un coche más caro que el
de Obama, sillas compradas a precio de oro, un despacho superlujoso, etc.), o
sobre el riesgo de que en el País Vasco gobierne el PP en coalición con el PSE,
amén de petición de dimisiones, recusaciones a jueces, acusaciones de
corrupción y un largo etcétera. Parece imposible, pero cada vez nos adentramos
más en la degradación política.
¿A quién exigimos
responsabilidades? ¿A una clase política pervertida, unos medios de
comunicación manipuladores o una sociedad enajenada? Sin duda hay de todo un
poco. Pasa lo mismo con la televisión, que no se sabe si la ínfima calidad de
su programación se debe a las propias cadenas que compiten por las audiencias o
a los teleespectadores que demandan la ‘telebasura’.
Lo que parece claro es que
alguien, desde alguna instancia, debe reaccionar contra esta deriva de
perversión que toman nuestras democracias. Nos va mucho en ello.
Gijón, 1-3-2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario