Una encuesta
realizada por el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) y publicada días
pasados por este periódico sobre los valores y actitudes que preocupan a los
españoles retrata, en mi opinión, bastante bien a nuestra sociedad. Hay dos
cosas que llaman la atención: una, la mayoría dice sentirse feliz y otra, el
poco interés que tienen los ciudadanos por la política (sólo a 3,69 sobre 10 le
preocupa). Aparte de que, en buena medida, lo primero, el sentirse felices,
puede ser consecuencia de lo segundo, desinterés por la política, la
información confirma lo que se constata en la vida diaria, al menos en lo que a
esto último se refiere.
El problema
se plantea cuando tenemos en cuenta que aspiramos a vivir en democracia, porque
ello significa, como se sabe, que el poder lo ejerce el pueblo, pero mal va a
ejercer ese poder el pueblo si no tiene ni puñetera idea de política.
Este hecho
explica muchas cosas, como, por ejemplo, los gobernantes que tenemos. También
se puede decir que nos engañamos cuando invocamos para justificar nuestra
conducta a los derechos, la
Constitución , etcétera, y quizá tengan razón los que afirman
que hemos llegado al final de la historia (triste final sería éste).
El problema
(yo lo veo como tal, seguramente la gente feliz no lo perciba así) debería
preocuparnos a todos, al menos si aspiramos a ser lo que decimos que somos:
personas civilizadas, pero de manera especial a los políticos, pues sobre ellos
recae la máxima responsabilidad.
Gijón,
10-11-2003
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