Planteo al
lector unas reflexiones sobre un tema en el que todos coincidiremos acerca de
su importancia, pero que no parece que tenga su correspondencia en el
tratamiento que se le da tanto a nivel político, como social, institucional,
etcétera. Me refiero a la cultura.
¿Cuál es el
nivel cultural de la sociedad? El filósofo Giovanni Sartori, en su libro ‘Homo
videns. La sociedad teledirigida’ (Taurus) nos advierte del preocupante déficit
cultural. Es más, sostiene que en la actualidad el ser humano ha emprendido el
camino de retorno en su proceso evolutivo; una vuelta atrás, de manera que está
pasando del ‘homo sapiens’ al ‘homo videns’. Ello se debe fundamentalmente a
que ha dejado de adquirir conocimientos, de informarse, a través de la palabra
o la lectura para hacerlo a través de la visión. Se informa principalmente por
medio de la televisión. El empobrecimiento cultural que esto produce se debe,
según el autor, a que, al presentarse la mayor parte del conocimiento, el
saber, bajo formas abstractas, éste difícilmente se puede adquirir por la
televisión que sólo puede transmitir cosas materiales, tangibles. Propone
Sartori, consecuentemente, sustituir la televisión por los libros.
Otro autor,
Jean-Claude Michéa, es más pesimista aún en su libro ‘La escuela de la
ignorancia’ (editorial, Acuarela libros). Afirma, nada menos, que la ignorancia
generalizada que se observa en nuestras sociedades no es producto del azar,
sino que es una consecuencia intencionada: es el resultado de un plan concebido
y ejecutado por los auténticos detentadores del poder: las principales
compañías transnacionales. Este macabro plan, que tiene un nombre:
tittytaimment (de tits-pechos y entertaimment-entretenimiento, diversión),
consiste en crear, para lograr la gobernabilidad del mundo, sociedades
embrutecidas y con niveles de alimento y diversión suficientes como para
mantener de buen humor a la población frustrada del planeta.
¿Realidad?
¿Ciencia ficción?
Gijón,
28-7-2003
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