El texto propuesto para
comentario pertenece a la obra literaria ‘El Decamerón’, de Juan Boccaccio.
Cronológicamente, este libro de cuentos debería inscribirse en la
Baja Edad Media, al igual que su autor
(nace en 1313 y muere en 1375), pero, por su estilo y, sobre todo, por su
contenido esta obra pertenece claramente al movimiento cultural y artístico
que, con el nombre de Humanismo o Renacentismo, habrá de propagarse en Italia
primero y luego en el resto de Europa durante los siglos XIV, XV y XVI.
Boccaccio forma parte, juntamente con los también escritores italianos, Dante y
Petrarca, de la triada de ilustres genios, que son considerados precursores del
Renacimiento, porque supieron inyectar el espíritu nuevo en su país y señalar
el principio de la literatura renacentista con el máximo grado.
Émulo y admirador de Petrarca,
boccaccio estudió a los clásicos (conocía el griego, lo que le permitió acceder
a los manuscritos helenos) a los que divulgó con entusiasmo. ‘El Decamerón’ es
su obra más conocida. Se trata de una colección de cien cuentos breves que son
narrados por diez jóvenes, siete muchachas y tres varones, a razón de diez
cuentos por día y durante diez días. El pretexto del que se sirve para la
narración fue la huida de Florencia para refugiarse en una finca cercana de los
diez jóvenes en cuestión, tratando de esquivar la mortífera peste que en el año
1348 asolaba a Europa. Precisamente, el texto comentado nos pone en
antecedentes de tal suceso, a la vez que es descrito con excepcional maestría.
Tal como comentaba al principio,
el contenido de la obra tiene poco que ver con la Edad Media. Se trata
de cuentos sobre el amor. Pero no del amor divino, como sería menester de
acuerdo con el espíritu medieval, sino del amor humano. Además, éste es
presentado, no de forma mística o platónica, como ocurría con sus dos ilustres
antecesores, sino de manera carnal y erótica. Es decir, Boccaccio amaba la vida
y la celebraba sin cortapisas ni prejuicios. En realidad, se hacía eco de la
sociedad libre y sensual en la que vivía, sin traba moral alguna, que se
burlaba del matrimonio y de la familia y exaltaba el vicio galante. Se puede
decir que Boccaccio estaba muy lejos de sentir miedo a la condenación eterna y
de la concepción de la vida como penoso tránsito hacia la salvación del alma
que había presidido la Edad Media.
Volviendo al texto, Boccaccio
describe los terribles efectos de la mortífera peste que, conocida como
bubónica en alusión a la inflamación que se producía en los ganglios
linfáticos, y también peste negra por las manchas oscuras que aparecían en la
piel, mostraban los enfermos. Originada en Asia hacia el año 1338, fue
transmitida a los europeos por los mongoles con motivo de un ataque de éstos a
la colonia genovesa de Caffa en Crimea. Los marinos genoveses enfermos
transportaron en sus cuerpos la enfermedad que llevaron primero a Sicilia para,
desde allí, propagarse a toda Europa, de manera que hacia 1350 la epidemia
había alcanzado los últimos confines del continente. Respecto a la mortalidad
que causó, algunos datos disponibles hacen pensar que afectó al 20 o 25 por
ciento de la población, aunque no con igual intensidad según las zonas.
La peste negra castigó a Europa
en un siglo particularmente maldito para la población, ya que se sumó a otras
desgracias, tales como hambrunas motivadas por las malas cosechas que se dieron,
merced a un cambio de clima continuado (las temperaturas bajaron en lo que se
llamó pequeña glaciación); la
Guerra de los Cien Años que se extendió prácticamente a toda
Europa; amén de otras causas de diversa índole tales como monetarias (escasez
de metales preciosos), cambios en los medios de producción o luchas de clases,
según versiones marxistas y hasta crisis de valores éticos y religiosos.
Todo ello se combinó para
producir lo que se conoce como la crisis del siglo XIV, que trajo, entre otras
consecuencias, un marcado descenso demográfico.
Curso: 1º de
filosofía de grado
Uned. Gijón
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