jueves, 21 de agosto de 2014

Comentario sobre 'El Decamerón'


El texto propuesto para comentario pertenece a la obra literaria ‘El Decamerón’, de Juan Boccaccio. Cronológicamente, este libro de cuentos debería inscribirse en la Baja Edad Media, al igual que su autor (nace en 1313 y muere en 1375), pero, por su estilo y, sobre todo, por su contenido esta obra pertenece claramente al movimiento cultural y artístico que, con el nombre de Humanismo o Renacentismo, habrá de propagarse en Italia primero y luego en el resto de Europa durante los siglos XIV, XV y XVI. Boccaccio forma parte, juntamente con los también escritores italianos, Dante y Petrarca, de la triada de ilustres genios, que son considerados precursores del Renacimiento, porque supieron inyectar el espíritu nuevo en su país y señalar el principio de la literatura renacentista con el máximo grado.
Émulo y admirador de Petrarca, boccaccio estudió a los clásicos (conocía el griego, lo que le permitió acceder a los manuscritos helenos) a los que divulgó con entusiasmo. ‘El Decamerón’ es su obra más conocida. Se trata de una colección de cien cuentos breves que son narrados por diez jóvenes, siete muchachas y tres varones, a razón de diez cuentos por día y durante diez días. El pretexto del que se sirve para la narración fue la huida de Florencia para refugiarse en una finca cercana de los diez jóvenes en cuestión, tratando de esquivar la mortífera peste que en el año 1348 asolaba a Europa. Precisamente, el texto comentado nos pone en antecedentes de tal suceso, a la vez que es descrito con excepcional maestría.
Tal como comentaba al principio, el contenido de la obra tiene poco que ver con la Edad Media. Se trata de cuentos sobre el amor. Pero no del amor divino, como sería menester de acuerdo con el espíritu medieval, sino del amor humano. Además, éste es presentado, no de forma mística o platónica, como ocurría con sus dos ilustres antecesores, sino de manera carnal y erótica. Es decir, Boccaccio amaba la vida y la celebraba sin cortapisas ni prejuicios. En realidad, se hacía eco de la sociedad libre y sensual en la que vivía, sin traba moral alguna, que se burlaba del matrimonio y de la familia y exaltaba el vicio galante. Se puede decir que Boccaccio estaba muy lejos de sentir miedo a la condenación eterna y de la concepción de la vida como penoso tránsito hacia la salvación del alma que había presidido la Edad Media.
Volviendo al texto, Boccaccio describe los terribles efectos de la mortífera peste que, conocida como bubónica en alusión a la inflamación que se producía en los ganglios linfáticos, y también peste negra por las manchas oscuras que aparecían en la piel, mostraban los enfermos. Originada en Asia hacia el año 1338, fue transmitida a los europeos por los mongoles con motivo de un ataque de éstos a la colonia genovesa de Caffa en Crimea. Los marinos genoveses enfermos transportaron en sus cuerpos la enfermedad que llevaron primero a Sicilia para, desde allí, propagarse a toda Europa, de manera que hacia 1350 la epidemia había alcanzado los últimos confines del continente. Respecto a la mortalidad que causó, algunos datos disponibles hacen pensar que afectó al 20 o 25 por ciento de la población, aunque no con igual intensidad según las zonas.
La peste negra castigó a Europa en un siglo particularmente maldito para la población, ya que se sumó a otras desgracias, tales como hambrunas motivadas por las malas cosechas que se dieron, merced a un cambio de clima continuado (las temperaturas bajaron en lo que se llamó pequeña glaciación); la Guerra de los Cien Años que se extendió prácticamente a toda Europa; amén de otras causas de diversa índole tales como monetarias (escasez de metales preciosos), cambios en los medios de producción o luchas de clases, según versiones marxistas y hasta crisis de valores éticos y religiosos.
Todo ello se combinó para producir lo que se conoce como la crisis del siglo XIV, que trajo, entre otras consecuencias, un marcado descenso demográfico.

                            Curso: 1º de filosofía de grado

                             Uned. Gijón  

No hay comentarios:

Publicar un comentario