El problema del FAC, Francisco
Álvarez Cascos, está implícito en su mismo nombre: caudillismo. Se trata de que
este señor tiene un concepto mesiánico de la política. Se presenta como el
salvador que viene a redimirnos. Sin embargo, todos los salvadores que ha
habido en el mundo condujeron a sus pueblos a la ruina. Este tipo de líderes no
funciona en una democracia, porque la esencia de la misma es reconocer el
pluralismo de la sociedad: no todas las personas piensan igual. Esto, que
supone su mayor virtud, representa también su mayor dificultad. Ello porque ese
pluralismo determina las bases de la política democrática: diálogo y
negociación.
La actitud prepotente exhibida
por este político imposibilita el necesario entendimiento, lo que resulta
catastrófico en unos momentos especialmente difíciles para Asturias. Su
pretensión de que todos los políticos, excepto él, son incompetentes y
corruptos no se sostiene. Este partido no es diferente a los demás. Para
muestra un botón: ¿quién financia las costosísimas campañas electorales (tres
en menos de un año) de esta organización política? ¿Cuál es el precio apagar a
quienes la financian?
Respecto a su oferta política
para salir de la crisis, es igualmente equivocada. No se trata de trabajar más
(a tres turnos) sino, puesto que hay poco trabajo, repartir el que hay y
trabajar todos. En todo caso, el problema no lo tiene el FAC, lo tenemos los
asturianos.
Gijón, 12-2-2012
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