La derrota del partido
socialista francés y la victoria de la derecha, junto con el alarmante ascenso
del partido neofascista, Frente Nacional, en las recientes elecciones
municipales del país vecino, puede tomarse como un aviso a navegantes. El aviso
consiste, a corto plazo, en una posible victoria de la derecha en las próximas
elecciones europeas y, a medio y largo plazo, si las cosas no cambian, van a
mantenerse las políticas neoliberales que, tal como la teoría y la práctica
demuestran, son irracionales y nefastas para la humanidad: esquilman sin
control al planeta para enriquecer a los más ricos, mientras los pobres se
empobrecen cada vez más. De nada sirven las multitudinarias manifestaciones de
desesperación de nuestros compatriotas, ni las tragedias, contempladas a
diario, de miles de personas estrellándose contra nuestras alambradas en un intento
desesperado de huir de la miseria.
La explicación de este
inmovilismo puede ser que muchos de los que votan a la derecha no ven que ésta
no es una crisis coyuntural, sino del sistema (el neoliberalismo es tan
inviable como lo fue el comunismo) y otros, en el ámbito de la izquierda, que
sí lo ven, no aciertan a identificar y aplicar la política alternativa.
En el fondo, según muchos
analistas, hay una falta de formación política generalizada que impide que los
ciudadanos canalicen sus protestas y su justa indignación a través de los
cauces que establece la democracia que son, fundamentalmente, los partidos y
los sindicatos. Es decir, al no saber de política, el ciudadano es incapaz de
traducir su descontento al lenguaje político, por lo que se vuelve inoperante,
posibilitando la existencia de políticos incompetentes y corruptos. Si este
diagnóstico es correcto, la terapia pasa por más formación política y más
cultura, algo que no resulta imposible, pero que requiere muchos efectivos
implicados en la labor.
Gijón, 2-4-2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario