Terminó la última edición de la Semana Negra en medio de la
contradicción entre el éxito clamoroso de público y la amenaza de cese del
evento por parte del consistorio municipal. Basta acudir al recinto, sentarse a
tomar una consumición en una carpa y observar a la gente para percatarse de que
ésta se lo pasa bien. Llama la atención la diversidad del público. Hay allí
personas de toda edad y condición; una masa heterogénea y feliz que disfruta de
la enorme variedad de ofertas: desde culturales (libros, debates, conferencias,
exposiciones,…), hasta lúdicas (las atracciones de los feriantes), pasando por
las gastronómicas y las musicales.
Esto está en el haber. En el
debe, la increíble desconfianza del Rector de la Universidad de Oviedo
que levanta un muro más de la vergüenza y contrata personal de vigilancia. No
se fía este señor de sus conciudadanos; nos debe considerar peligrosos. Sin
embargo, más bien podría pensarse que es más peligrosa su actitud: los
españoles conocemos bien la ideología de la desconfianza.
¿Y qué decir del nuevo gobierno
municipal? Su ausencia en el evento resulta clamorosa. Por el contrario, vemos
a menudo a la nueva alcaldesa asistiendo a las procesiones religiosas y
fotografiándose con los jerarcas de la Iglesia. Evidentemente ,
está en su derecho de asistir a este tipo de actos, pero a título personal y
evitando la publicidad. Cosa distinta es que lo haga como edil del ayuntamiento.
Quizá no sabe que España, con la democracia, es un país aconfesional. Creo que
es por irregularidades de este tipo por lo que el pujante movimiento de los
indignados canta en sus manifestaciones aquello de: “Lo llaman democracia y no
lo es,…”.
Gijón, 31-7-2011
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