Una asidua colaboradora de esta
página dice sentirse ofendida porque un conciudadano, no recuerdo el nombre,
lamentaba en una carta al director que colectivos de personas relacionados con
la cultura organizasen protestas para recuperar el edificio Arango para fines
culturales (con cargo al Ayuntamiento) y no dijesen esta boca es mía ante el
hecho de que otros colectivos, estos de trabajadores, estén protagonizando
acciones desesperadas en la calle para defender un derecho incuestionable como
es su trabajo. Argumenta esta señora que una cosa no tiene que ver con la otra,
pero yo creo que no es así, porque ¿qué clase de cultura es aquella que no
sirve para resolver los problemas de convivencia que tenemos planteados, entre
ellos, de forma destacada, el problema laboral?
Un reconocido pedagogo,
perteneciente a los movimientos de liberación de Brasil, Paulo Freire, definía
la cultura de la siguiente manera: “La cultura es el conjunto coherente de
respuestas que un grupo o pueblo dado elabora en función de los desafíos que le
son impuestos por su ambiente, permitiéndole, al mismo tiempo, insertarse en la
realidad que, de ese modo, él transforma”,
Existe una cultura obrera igual
que existe una política laboral. Fue la que permitió la emancipación de los
antiguamente llamados proletarios, pero esa cultura y esa política se han
perdido en la actualidad, estando ambas (cultura y política) al servicio de los
que tienen el poder, que no son otros que los que tienen los recursos
financieros.
Gijón, 25-9-2004
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